miércoles, 22 de diciembre de 2010

Chats (o cuando hay mitos que son reales)

No hay nada como estar ocioso. Te da pie, no sé, a leer un libro, a ver alguna película que tengas ahí olvidada desde hace tiempo, a fumarte un cigarro tranquilamente, y cómo no, a navegar por internet en busca de algún hombre interesante que, oh válgame el cielo, te haga caer el mito de que la caverna no se quedó en Atapuerca, sino que se extendió hasta el siglo XXI a las casas de todo aquel ser viviente que tenga un ordenador conectado a la línea. Anyway, el caso es que yo, en vista de que mi príncipe azul no aparece llamando a mi puerta ni que me lo encuentro de fiesta, ahí, al fondo del bar, mirándome desde que he entrado por la puerta y que se va acercando poco a poco, intentando cortejarme para después plantarme un beso en los morros que se me caiga todo el pantalón al suelo (aunque mi madre me diría que no hace falta beso para eso, que ya los llevo arrastrando desde que salgo por la puerta), me he inventado un nick (lo primero que se me ha ocurrido, no penséis que es algo como pollabuscaculo, o rabazo34), y me he puesto a chatear con los hombres que pueblan el mundo virtual. Claro que yo también, soy de retos imposibles, porque he ido a meterme a la sala que se llama #web_cam, ¿qué me esperaba encontrar? Pues oye, que resulta que hay gente hasta interesante, digna de estudio, y que puede hacer temblar los cimientos de esta sociedad y que, dado el interés que tengo yo en la gente diferente, me ha hecho pasar un buen rato. Y yo, como me debo a vosotros, mis pequeños niños anónimos, me he decidido a contaros mi experiencia en forma de lista de la compra:

1. La delgada línea entre la educación y la grosería: Pase que a mí me gusta el sexo, que yo lo he reconocido abiertamente, sin tapujos, que me parece algo saludable, que te libre de endorfinas, que es deporte al fin y al cabo (y a veces olímpico), y que al final te deja una sonrisa boba en los labios que oye, da gustirrinín. Pero lo que no soporto es que nada más entrar en una sala de estas, nada más aposentar mi culo terso y prieto (en el mundo virtual todo vale ¿eh?) en la pantalla, van, te abran un privado y te pregunten: ¿quieres que te mee?. Pues oye, no digo yo que no tenga su encanto, pero chico, por lo menos dime un "hola" un "que tal" un "como eres" y después ya me preguntas si en vez de en la taza del váter me gusta en mi pezón, que oye, si me pillas de buen humor a lo mejor hasta quedamos y lo pruebo, pero así así... pues no chico no, así me parece a mí que lo único que vas a conseguir es que te cierre la ventana y te bloquee, como al final ha sucedido. The next one.

2. El miedo al armario y la ropa que tapa la vista: Reconozco que el anonimato que produce internet es genial. Tú te creas una identidad, te creas una historia, y ale, la cuentas a quien quiera escucharla (y a quien quiera creérsela claro). Pero si te digo que soy de Bilbao y tú me dices que eres de Cádiz, si nos separan 700 kilómetros de distancia, si es matemáticamente imposible que nos crucemos por la calle y te reconozca, ¿por qué coño, si la conversación iba tan fluida, si me estabas hablando tranquilamente de lo divino y lo terrenal, te da tanto corte, cuando pones la cam, subirla un poco de la entrepierna y enseñarme la cara? Pues lo mejor es que si lo preguntas, te dice que es que nadie sabe que es gay y que le gusta la discrección. Pues chico, fijate lo grande que tendría que hacer la pancarta donde dice que eres gay para que la vean en Cádiz y si yo estoy en Bilbao. Otro con el que utilizo la X de la ventanita. A ver otro...

3. Las fotos enviadas y la cruda realidad: Te pasas la vida queriendo un cuerpo de escándalo y va la naturaleza y te da una cosa totalmente opuesta. Qué sentido del humor tan macabro que tiene la madre tierra. Si el mundo fuera perfecto, tú serías un chulazo y yo ya tendría novio, pero aquí estamos, conociéndonos. Te da palo la cam, ok, no me importa, puedo vivir sin ver a la gente en movimiento por un tiempo, pero si llevamos hablando un mes, tener la visión de una foto no me vale (llámame maniático, pero es que me gusta ver a la gente con sus gestos, rascándose la cabeza o simplemente pestañeando, y tener que ver a una persona estática en una foto, me deja un regusto de poca cosa). Anyway, el caso es que un buen día te decides, cuando ya la cosa parece que va más hilada, que ya nos conocemos mejor, que ya hemos compartido algún que otro secretillo íntimo. Y antes de poner la cam, me dices que tienes que decirme algo, que eres un poco distinto a la foto que me has mandado (y claro, en la foto aparecía un pedazo de hombre que yo pensé: coño, guapísimo e inteligente, ¿por qué no tienes novio? ¿dónde está el truco?). Y yo que pensaba que a lo mejor te habías quitado el piercing que tenías en la nariz, va y aparece un señor mayor, con barba (el otro estaba depilado), con toda la carne que te podían haber puesto en la carnicería y con una mirada de vicio que ríete tú de un actor porno. ¿Consecuencia lógica? Cierro la cam, cierro la ventana, te desconecto del Skype y te vas a reír de tu madre. Porque podíamos haber mantenido una conversación decente tomando un café, pero a lo mejor también me has mentido cuando me decías que te gustaba el té americano. Next Next Next

4. Cuando algo encuentras, lo atrapas: De vez en cuando, el mundo te da una oportunidad. Conocer gente interesante con la que, a pesar de que sabes que no vas a tener nunca una relación duradera, que no lo quieres como novio ni nada por el estilo, que no estáis en el mismo momento vital, te va a aportar algo, lo que sea. Hablas, vas hilando temas, sale el tema del sexo y aunque en aquel momento no podáis quedar, como os apetece a los dos, os montáis un numerito por la cam perfecto (y no te asustas porque la otra persona es la misma que la foto que te había enviado antes) con vuestros fetiches y todo, quedáis varias veces para tomar algo, y seguís con la conversación, y os convertís en amigos de una forma diferente de lo que nos enseñaron en el colegio. Así que yo que, después de mucho navegar, he decidido darme un respiro, me quedo con él. No será mi príncipe azul, pero al menos puede caminar en paralelo conmigo.

La vida en los chats es sexual. Todo aquel que haya estado alguna vez en uno sabe que la palabra "polla", "sexo", "lefa" o "morbo", están a la orden del día. Y si es lo que estás buscando, a mí me parece perfecto, creo que es sano de vez en cuando tener sexo con un desconocido, por las razones que sean (y siempre siempre siempre con precaución). Pero si no coincidimos en gustos, si me ves y no es lo que te esperabas, si crees que puedes encontrar algo mejor, lo más justo, lo lógico (ja!) es que me digas lo que piensas, no que te desconectes sin previo aviso. Porque si en tu vida quieres gente que va de frente, no es normal que tú les enseñes el culo.

jueves, 16 de diciembre de 2010

Tópicos (o cuando ser gay es un modelo establecido)

A ver, vamos a ir por partes, porque parece ser que hay alguien ahí que todavía no lo ha entendido lo suficiente. Me gustan los hombres, sí, pero que sea gay, marica, maricón, bujarra, maripili, maripolo o como queráis llamarlo, no le da a la gente derecho a prejuzgarme, a tener una idea preconcebida de mí mismo o, de haberlas, de mis relaciones con los demás. Y digo esto, porque en mi vida he tenido que escuchar tantos tópicos, que al final he acabado por crear una especie de máscara del terror cada vez que empiezan a abrir la boca con la preguntita: "Oye, y tú, siendo gay..." y la segunda parte siempre me lleva a pensar en realidades paralelas donde perderme para no tener que seguir escuchando. Así que, oh, os sorprenderéis de verdad, cuál ha sido mi sorpresa cuando yo pensaba que eran los demás, los que no les daban a eso del placer con los hombres, los que no reparaban en soltar los tópicos por la boca. Porque, queridos/as, resulta que somos los mismos integrantes del gremio los que nos esforzamos cada día más por crearnos nuestro propio mito. Y que conste que a mí me gustan los mitos, me parecen adecuados para perseguir un ideal, no sé, llámenme raro, pero a pesar de ser una persona realista, de vez en cuando la vista se me va a las "películas romántico-pastelonas-me va a dar una subida de azúcar que me tendrán que hospitalizar", y me imagino en un mundo donde mi novio me quiere, me respeta, me vuelve a querer, y por qué no, me folla que da gusto. Anyway, el caso es que, la lista de hoy no trata de las relaciones con los hombres, sino de aquellas palabras que salen de la boca y que, segundos después, te dejan con una cara de susto porque, si tú, querido compañero de andanzas, que estás hasta las narices de que te digan que si eres gay tienes que ser de una manera, ¿por qué narices estás pensando que yo soy de una manera determinada?:

1. Si eres gay, ¿te gustará Sexo En Nueva York, no?: Pues sí, me gusta Sexo en Nueva York. Y sí, creo que ha hecho un gran favor por la liberación de las ideas sexuales. Pero que quede clara una cosa, no me gusta Sexo en nueva York porque sea gay, sino porque me parece que está bien hecha. Te lo voy a poner más fácil para que lo entiendas: a mí me gusta Mad Men, me gusta Prison Break, me gustan Los Muertos Vivientes, me gusta The Good Wife, no sé, me gusta la variedad, y si por ser gay me tienen que gustar siempre las historias de mujeres, esto... cómo te lo diría... es que tú vienes de un planeta muy alejado de la Tierra.

2. Los gays tenemos una sensibilidad especial por el diseño: Tiro de archivo porque esta frase no me la dijeron a mí sino a un conocido. ¿Cuál fue la respuesta ante dicha frase, pronunciada por una empleada del INEM a la que había ido para hacer un curso de diseño gráfico? La que sigue: Bonita, yo soy gay porque me gusta comer pollas, no porque tenga una sensibilidad especial por el diseño. La boca de la del INEM fue la misma que la que él utilizaba en su intimidad, y es que al final, ¿veis?, no nos diferenciamos tanto.

3. Es que, nosotros los gays, somos muy promiscuos: Ay, perdona, que yo vivo en un mundo de sexo continuo y no me había enterado. Pues mira, las estadísticas dicen que los gays son iguales de promiscuos que los heterosexuales, que nos podemos acostar con quien queramos y que disfrutamos del sexo lo mejor que podemos. Y te daré otro dato que rebate tu teoría de promiscuidad y condones usados: yo llevo 6 meses sin echar un polvo, y aunque te parezca mentira, no ando subiéndome por las paredes.

4. Que bien conjuntáis los gays la ropa: No he estudiado moda, no es que me interesen especialmente las últimas tendencias (aunque me gusta ir bien vestido). Pero, ¿por qué narices tengo que escuchar que nosotros, los gays, somos expertos en el arte del diseño de moda y derivados? Me gusta la ropa como a cualquiera, y si combino bien los colores, no es porque sea gay, sino porque tengo un poco de gusto (y, lo siento, llevar unos calcetines blancos con zapatos negros, no es tener buen gusto, son ganas de provocar)

5. Es que, los gays nos cuidamos un montón: No voy al gimnasio, no me depilo ni pienso que tengo un pelo que se me está saliendo del recorrido que he marcado con mi maquinilla. Tengo poco pelo en la cabeza, y no tengo pensado (de momento) hacerme injertos para poder lucir mi melena. Creo que en una alimentación responsable y en que los excesos (de todo tipo) no son muy recomendables. Por lo demás, como me vuelvas a decir que como soy gay me cuido una barbaridad y tengo que tener la tableta de chocolate en el abdomen, te convertirás en mi propio sacrificio en el aquelarre de brujas.

Nunca he soportado los prejuicios, llámenme raro, pero es que andar pensando ya de antemano que la gente tiene que ser de una manera, me cansa, me deja exhausto, porque ya implica que cuando conoces a alguien, tienes que hacer el doble de esfuerzo: quitar las ideas que tenías y crear las nuevas. Y como siempre he creído que las primeras citas tienen que ir rodadas, que tienen que darte más ganas de conocer a alguien y no de evitarle a toda costa, seguiré pensando que la persona que tengo delante es un folio en blanco, total, ya se encargará de emborronarlo él solito.

sábado, 11 de diciembre de 2010

Madres (o la providencia hecha castigo)

Mi mamá me mima. Eso nos enseñaban de pequeños en paravulitos. Y nosotros, que éramos sujetos de ensayo - error, lo repetíamos hasta que las emes se nos quedaban metidas en la cabeza. Claro que, lo que no sabían los profesores, es que eso de tu mamá te mima a veces puede causar verdaderos quebraderos de cabeza. Sí, sí, como lo leéis. Parece mentira, pero hoy, que me he levantado con ganas de juerga (y relajado después de un masaje delicioso) voy a hablar de las madres, de ese especímen que por A o por B, dan consejos sobre la vida amorosa que nadie les ha pedido y que te miran de reojo cada vez que les dices, con toda la ilusión del mundo: "ay, que he conocido al hombre de mi vida". La mía, sin ir más lejos, hace un tiempo, mientras le pronunciaba esa misma frase, hizo un giro de melena al más puro estilo Bette Davies (más le gustaría a ella, ¡ja!) y me soltó: "bueno, a ver cuanto te dura éste". Y es que, por mucho que lo neguemos, por mucho que intentemos ponerle humor ante las frases ácidas de nuestras madres, sabemos que, en la mayoría de los casos, tienen razón. Pero esto no trata sobre esas madres que todo lo saben, sino de las que se equivocan, de las que se meten tanto en la vida de sus hijos que parecen una amiga más con el tanga saliéndole por los pantalones y que dicen "guay" o "no me ralles". Así, queridos/as, preparaos, porque aquí va una de alienígenas entre cuatro paredes:

1. Yo te entiendo: Cuando una madre dice que entiende los problemas de su hijo, ella lo está diciendo de verdad. Se lo cree. Y no hay que culparlas por ello. Pero, ay compatriotas, cuando una madre te dice eso, después de una discusión con vuestra pareja, echaos a temblar, porque eso significará que se creerá con el derecho de dar su opinión a toda costa porque "ella ha vivido mucho, figúrate que..." y ahí empieza la retahíla. Lo peor viene cuando les preguntas "¿cómo narices vas a entender lo que me pasa si tú sólo has tenido un novio?". Ahí, almas en proceso de tortura, es cuando la madre que entiende, pasa a ser la madre putilla, porque de repente, te dicen "tú te creerás que he nacido ayer y que no he conocido más hombres". Y cuando les preguntas "¿perdona? cuentamelo todo" ellas te dicen "ay hijo, es que a mí no me gusta hablar de esas cosas..."

2. Perrea, perrea: Pase que entiendo que las madres, antes de ser madres, son personas de carne y hueso. Pero aquellas que cuentan sus intimidades con los hijos, me parecen como si la madrastra de Blancanieves hubiera intentado ligarse al príncipe, en competición con su hijastra. Señoras, queridas, y todos los "as" que se os ocurran, hay una edad para todo. Me parece bien que si tenéis oportunidad, viváis la sexualidad a gusto, pero YO no quiero saberlo. La ignorancia a veces es tan sabia...

3. A mí todo me parece normal: Si se lo dices a tu hijo después de que te haya dicho que es gay: 10 puntos. Si se lo dices a tu hijo después de haberle pillado por sorpresa chupando a su novio todas las partes de su anatomía, no es que pierdas puntos, es que tú te sales de la lista, pero a la voz de YA

4. Yo sé lo que te conviene: El derecho materno es un tema complicado. Porque claro, cuando somos pequeños, nuestras madres nos dicen cómo nos vestimos, a qué hora llegamos a casa, cómo tenemos que atarnos los cordones, no sé, cosas del día a día. Y ellas, que son maestras en el arte del engaño, nos hacen creer que necesitamos que nos digan en todo momento lo que tenemos que hacer, incluso cuando tenemos 40 años, y muchos hombres a nuestras espaldas. Están las que te dicen, nada más conocer al novio de turno, "ese no me gustá para ti" y se quedan tan anchas, para después de que has cortado con ellos te digan "si ya te lo dije, a mi los chicos con esas patillas no me gustan nada". Están las que se callan y cuando peleáis por la mantequilla te sueltan "yo al menos no tengo un novio que es un calzonazos" o las que, en un arranque de sinceridad te sueltan, años después de que tu pareja se haya instalado en la familia una frase que no se olvida nunca "pues yo al principio no lo soportaba hijo, pero oye, se le ve buen chaval, a ver si tienes suerte esta vez". En todas y cada una de ellas, lo único que puedes hacer es morderte la lengua porque los novios pueden desaparecer, pero las madres están ahí, sancta santorum.

Las madres ocupan un espacio vital en la vida de una persona. Tanto que, a veces, los papeles se difuminan tanto que acabas pareciendo más su marido que su hijo. A todos nos gusta que nos quieran, que nos achuchen como si fuéramos pequeños, que nos digan que van a estar ahí para toda la vida, pero... quiero que quede clara una cosa, ¿qué tal si me lo dice un hombre?

jueves, 9 de diciembre de 2010

Pandemias (o la invasión de los exs mutantes)

Hace un tiempo el Ministerio de Sanidad, se llevó las manos a la cabeza cuando estuvimos a puntito de contagiarnos con la gripe aviar. Inyecciones, medicinas a go-go, no sé, una verdadera histeria para algo que, al final, no llegó a culminar como ellos esperaban. Y cuando eso pasó, yo me froté las manos de la alegría, porque si estaban haciendo tanto acopio de medicamentos, pensé (tonto de mí), que la siguiente pandemia que erradicarían sería un lastre que lleva azotando a nuestra sociedad hace muchos siglos (quizá incluso desde la Prehistoria): los exs. Y es que, ¿quién no ha deseado alguna vez que ese ex que dejó la relación no desaparezca de la faz de la Tierra? ¿Acaso ninguno ha pensado que esa persona se perdiera en el universo, en la galaxia que más le apeteciera, eso sí, en alguna en la que el oxígeno fuera un bien escaso? Por eso, cuando se pasó toda la batería de alarmas, comprobé que "los exs" seguían campando a sus anchas por éste, nuestro mundo, como si fueran personas normales. Ays qué equivocados están los políticos buscando virus o bacterias, o lo que sea, cuando en realidad tienen el problema en casa, a la vuelta de la esquina, o peor aún, ¡comprando el pan en la misma panadería de uno!
El otro día volví a pensar en esto porque un amigo me empezó a contar que uno de sus exs le había dicho (palabras textuales) que a pesar de estar con otra persona, seguía enamorado de él, y claro, uno que es poco ingenuo, puso cara de haber chupado un limón y le pregunté: ¿ese es el ex que te dejó de un día para otro sin dar explicaciones y yéndose a otra ciudad para vivir lo que él llamaba "la vida que tenía que vivir"? (porque, a veces, los exs tienen unos recursos poéticos que cágate tú de juntar a García Lorca y Neruda en un mismo poema). Él se quedó callado y asintió rápido. Y ahí quedó la conversación, pero yo, queridos/as navegantes del ciberespacio blogueril os instruiré un poco más sobre este campo, para que luego no me digan que mi blog es sólo un conjunto de insultos y palabras irónicas. Ahí va:

1. El agua se está llenando: La paciencia es una virtud. Hacer las cosas corriendo, no puede dar lugar a nada bueno. Y os lo está diciendo alguien que, de normal, quiere las cosas YA, pero aun así, tengo un poco de sentido común y sé diferenciar entre lo que es paciencia y aguante gratuito. Entiendo a la gente que me dice "es que él es así", las personas enamoradas somos idiotas por naturaleza, pero cuando una persona te está haciendo la vida imposible, y empieza a darte quebraderos de cabeza cuando ha sido esa misma persona la que te ha dicho "no quiero seguir contigo", queridos/as, esa persona no es que no sepa lo que quiere, o que se lo haya pensado mejor. Simplemente es que esa persona está intentando llenar poco a poco el vaso que, tarde o temprano, rebosará de vuestra paciencia o aguante (os dejo que elijáis), para después ponerte de loco para arriba. Porque, seamos claros, no hay nada que les guste más que quedar por encima.

2. El armario que explota: ¿Cuando nos enseñaron que tenemos que ayudar a la gente a salir del armario? Está bien hacer labores de asistente social, de psicólogo, de gay que lo tiene claro, pero de ahí a que tengas que ser una hermanita de la caridad que quiera encarrilar por el buen camino (ejem) a todos los gays del universo, no sé yo, no lo veo claro. El caso es que, una vez que has ayudado a alguien a salir del armario, tras haberte enrollado con él, y haberte esa misma persona jurado amor eterno por todo el bien que le estás haciendo, oh amigos, qué sorpresas tiene la vida, que la primera vez que posa sus pies en un bar de ambiente, encuentra todo un mundo de posibilidades que quiere probar y, desgraciados nosotros, no las quiere probar en compañía nuestra, sino solos. Por eso yo, que hace mucho tiempo me quité el complejo de profesor, huyo de las personas que me dicen "estoy dentro del armario porque quiero" porque, seamos claros también, si tienes 36 años y no sabe nadie que eres gay, no es porque quieras, sino porque has tenido un miedo a que se enterara todo el mundo monumental.

3. Los cuentos de hadas son para los hermanos Grimm: Me encantan las películas románticas. Aunque reconozco que cada vez que veo una me pregunto por qué lo que veo en la pantalla no pasa en la vida real. Pero tras este momento de enajenación mental, me doy cuenta de que se está bien sin vivir en una película romántica continua. Y es que, cuando has estado con alguien que pretende que la vida en común sea todo diálogos ocurrentes sobre el amor, destellos en los ojos cada vez que ves a esa persona, y diálogos sobresalientes dignos del mejor guionista de Mad Men, pues qué queréis que os diga, prefiero vivir con nervios la realidad a como si fuera un caldo reposado en el que ya sabes lo que te vas a encontrar. El resultado de estos exs: siempre te dejarán, porque, qué paradojas tiene la vida, nunca encontrarán el metraje adecuado para llegar al The end o al "y vivieron felices..."

4. Te lo presto si me das algo a cambio: La generosidad es otra de las virtudes más especiales que existe. Dar algo a alguien sin querer nada por ello. Y habéis leído bien: GENEROSIDAD. No estoy diciendo que cuando en una relación alguien te da algo, no intentes por todos los medios darle algo a cambio, porque siempre he creído que en una relación el rollo dar - recibir (mal pensados ¿eh?) es un puntal básico. No hay nada peor que sólo haya una persona que dé y no reciba nunca nada. Pero de ahí a que cuando te dan algo, y tú no tengas los recursos suficientes para devolver, te echen en cara cada uno de esos momentos, después de años de ruptura de la pareja, lo siento, de generosidad paso a intolerancia. Y es que no hay nada peor en un ex, que cuando te empieza a llenar de porquería cuando ha sido él el que te ha dejado tirado como una colilla y tú lo único que has podido hacer es recoger los envoltorios de los regalos que te hizo, con ganas de decirle: "¿no querías recibir algo? pues toma, ahí tienes toda la basura que me has traído"

Los exs están entre nosotros. Seguirán entre nosotros siempre. Por eso, cuando penséis en por qué esa persona os ha dejado, se ha ido con otro, o incluso cuando penséis (equivocadamente) que él lo está pasando mejor que vosotros y que es un cabrón por ello, debéis tener claro que, el día de mañana, él no sólo será un ex vuestro más, sino que, además, él tendrá exs a sus espaldas, y créedme, no hay nada peor que aguantar una mochila que no quiere aguantarse ni ella misma.

domingo, 5 de diciembre de 2010

Cuentos (o la vaca da leche merengada, que vaca tan salada)

Hay que ver, uno se ausenta días (vale, ha sido un mes y pico, pero qué queréis, uno tiene su vida más allá de la pantalla del ordenador), y resulta que se arma el Cristo con la huegla de los controladores, el papa nos visita, y miles de personas se besan en señal de protesta. Lo que a mí me gustan los besos. Sin ir más lejos, el otro día estaba besando a un chico muy guapo, alto, muy aparente que diría mi abuela, y yo ya me estaba imaginando con él en las vacaciones, en nuestra casa y en la cama (como no). Y es que uno tiene mucha imaginación, sino, cómo os creéis que uno escribe lo que escribe, que esto no viene todo por ciencia infusa. Anyway, el caso es que estaba besando a ese chico tan guapo. En aquellos momentos le tuve que decir que me iba al baño, porque ya llevaba yo bastantes vodkas encima, y cuál es mi sorpresa cuando, acabada la acción, me le encuentro morreándose con otro en el mismo sitio donde habíamos estado nosotros antes. Pero, ¿sabéis que es lo peor de todo? Que lo que realmente me jodió fue que me hubieran quitado el sitio, no al hombre. Y claro, uno que puede ser un borrachin, pero no es tonto, se fue a su casa pensando en lo que le acababa de pasar. ¿Es posible que hayamos dado ya tanto por hecho que las relaciones, hoy en día, no pueden ser duraderas, que no nos importe que nos roben el premio y nos conformemos con el de consolación (el helado de chocolate que me esperaba en casa aquella noche, estaba delicioso)?. Así que me puse a pensar en todos aquellos hombres que me prometieron mucho y luego se quedaron en nada, y aquí va una pequeña muestra, como no podía ser de otra manera, en forma de lista:

1. El Presidente del Gobierno: Y no, no es porque reciba a visitas y solucione conflictos internacionales (ja!), es porque es ese tipo de chicos que te dicen que les encantas, así con esas palabras: "Me (bajada de pestañas) encaaaaaan(ojitos)tas", y al siguiente día están liados, tienen mucho curro, tienen que sacar al perro a todas horas, tienen amigos a los que les ha pasado una tragedia, vuelven a tener mucho curro, y así hasta el infinito y más allá. Y oye, no digo yo que no puedas tener complicaciones en tu vida diaria, pero a ver alma de cántaro, vamos a ser sinceros, la persona que quiere tomar un café con alguien, hace lo posible por buscar un hueco, y a menos que seas el del título del párrafo (y aun así te pondría en duda), no me vengas con tonterías.

2. El "ay, perdona": Vaya por delante que yo soy una persona entregada. Me gusta dar lo mejor de mí cuando estoy con alguien (llamadme raro si queréis, pero yo creo que cuando estás empezando con alguien es porque realmente se quiere que esa persona se fije en tí, tonterías que piensa uno de vez en cuando). Por eso, cuando una persona te diga que "ay, perdona, pero se me olvidó llamarte" o "ay, perdona, es que estaba conectado pero no en frente del ordenador" o "ay, perdona, pero le estaba comiendo el rabo a otro", sólo os queda una opción, y no, no es decir "no pasa nada" sino "desfila por la puerta, que ya me encargo de cerrarla yo"

3. El "yo me lo guiso, yo te lo como": Me encanta la gente con iniciativa. No hay nada que menos tolere que una persona pasiva en todos los aspectos de su vida. Pero de ahí a que una persona me diga lo que tengo que hacer y que encima tenga que darle las gracias por ello, no no no. Para eso ya tenía a mis padres cuando era pequeño. Pero eso no es lo peor, lo peor es que cuando rebatís alguna de sus elecciones te dicen con una sonrisa de suficiencia "anda anda, tú que vas a saber". Pues yo sólo sé una cosa ahora mismo, que tu estupidez está reñida, y muy de cerca, con el tortazo que quiero darte.

4. El científico "espacio tiempo": Hay gente que se lo trabaja. Durante días les puedes ver pensando, analizando e incluso creando teorías. Me encantan ese tipo de personas que tienen algo que aportar a la sociedad. Lo que ya no me gusta tanto es cuando esas teorías son únicamente para ver cómo puedes mentirme en cada cosa que me dices. ¿Una mentirijilla? Bueno, eso lo tolero, quién no la ha dicho en algún momento. Pero que ya lo hagas tu modo de vida, pues como que no, y si además te pones en el papel digno y me dices "pues si no confías en mí, te dejo", me dan ganas de preguntarte "¿eso también es mentira o, por fin, estás diciendo una verdad?"

Hay veces que escucho la expresión "soltero de oro" y me quedo pensando: ¿acaso estar soltero es un premio o algo por el estilo? ¿si llegas a una cifra determinada de tiempo en el que no has estado con nadie, te dan una medalla de oro? ¿será que los demás solteros están recubiertos en oro y yo he sido el único idiota que se perdió el baño escribiendo este blog?. El caso es que hay diferentes solteros (que ya me dará para otra actualización, me temo), pero cada vez que me dicen eso de "es que tú eres un soltero de oro" me hecho a temblar porque, joder, yo no quiero premios por estar soltero, yo quiero compartir los premios acompañado. Y a la próxima persona que me diga "es que tú estás soltero porque eres especial", juro que saco la recortada y dos tiros arreglan muchas cosas (un beso, con cariño)

martes, 5 de octubre de 2010

Generaciones (o con quien con niño se acuesta...)

He estado de vacaciones. Y como siempre que uno se va de vacaciones, conoce gente, se mueve por calles que no son las suyas, y se pierde. Sí, porque yo me he perdido más de una vez, con todo lo que eso conlleva (una pena no llevar GPS o alguien que te sujete el mapa y te diga "por aquí querido"). Y quién me iba a decir a mí que, cuando ya pensaba que lo había visto todo, cuando pensé que no iba a poder hacer más actualizaciones en este blog (me dijeron que era una cuestión de inspiración, pero qué queréis que os diga yo creo que es que he cansado tan harto de hablar de los hombres, que, al final necesitaba una cura de desintoxicación al más puro estilo grupo de Anónimos con letrerito negro en los ojos). Lo dicho, que el melodrama me pierde. El caso es que andando por todos los sitios de los que he sido capaz, me he encontrado con historias que, qué queréis que os diga, a mí me harían saltar desde un puente, pensando en todo momento que cuando me despertara iba a aparecer en una realidad paralela donde la gente sea sensata y por lo menos con un poquito de cabeza (el apelativo "sensata" está taaaaan sobrevalorado amigos). Así que aquí me voy a dedicar a relatar esas historias, de una forma sencilla tranquilos, que sé que a vosotros lo de leer fotonovelas no, vosotros sois más de Anatomía de grey, que es un Melrose Place en un hospital de los de la antigua hornada (y uno que es fan se sabe hasta los diálogos, imaginaos que a veces no sé si estoy saliendo con Derek Sheperd o con Mark Sloan, no sé por cuál decantarme):

1. Te quiero tanto que no puedo respirar: Este cuento empieza un jueves y acaba un lunes. Empieza con una cita mediandamente bien planteada, con sus sorpresas inesperadas, con una comida entre dos (con platos, mal pensados), y algún que otro café y conversación, mucha conversación. Días después, una de las dos partes se da cuenta de que no quiere tener nada con esa persona más allá de más charlas como las que tuvieron aquel día. Y el lunes hace acto de presencia: hablan claro (o todo lo claro que se lo permiten) y el "dejado" se pone echo una furia, un verdadero basilisco en versión Scarlett Ohara (ante todo la divinidad ya sabéis). Pasan tres días, tres simples días, y cual es la sorpresa de la persona que ha tenido que soportar (con todas sus letras queridos, que tener que escuchar ciertas cosas después de haberte visto dos días con una persona son de un bizarrismo que ni La Parada de los Monstruos) los berrinches de niño pequeño, se entera (casualidades del Facebook) que su amante despechado está con otra persona. Y es que ya lo dice el dicho: a rey muerto, rey puesto queridos. Y yo, con estos pelos.

2. Si no me escuchas es que algo escondes: A veces la vida nos enseña cosas pequeñas. Mientras me contaban esta historia, con su inicio, nudo y desenlace, yo iba pensando que el final estaba claro desde el principio, pero qué queréis que os diga, que levante la mano quien no ha protagonizado su propia versión de "no hay más ciego que quien no quiere ver". Dos personas se conocen, lo normal, no sé, que si te doy un beso, que si me agarras la mano en una discoteca llena de luces y ruido, lo típico vamos. Pasan los días y empiezan a quedar, pero siempre hay una tónica habitual en esas conversaciones a la hora del café (o el té inglés, o lo que vosotros queráis cosmopolitas del savoir faire: uno de ellos siempre tiene puesto un casco en la oreja, escuchando la música que aquella vez escuchaban en la discoteca. Y si eso lo extrapolamos a todo lo demás, nos encontramos con conversaciones por internet del estilo "ahora hablamos, espera cinco minutos", "oye, que estoy ocupado", "ahora te llamo"... y un sin fin de frases hechas. Y cuál es mi sorpresa cuando, suponiéndose que la persona que me lo contaba tendría que haber mandado a la mierda al otro, no fue así. No no, cuando me lo contaba todavía le echaba de menos y le excusaba. Y como uno no puede soportar ver ciertas actitudes, me levanté de la silla y fui a por mi otra historia, algo así como si fuera una cita de 7 minutos, bye bye.

3. Eres el superviviente de una especie en extinción: Nos gusta que nos regales el oído de vez en cuando. Y si me decís que no, mentís. Es así. Pero, ¿realmente hay necesidad de unir artículos con sustantivos para crear una frase que no os creéis ni vosotros? Llamadme pragmático pero, si se supone que no queréis nada con esa persona, ¿por qué se lo dulcificáis? Entiendo que sea difícil, que cueste una tonelada ponerte en frente de esa persona y decirle "ahí te quedas", pero chicos chicos chicos, aysss qué voy a hacer con vosotros. La última de las historias trata de cartas que se reciben en mano, como si estuviéramos en la era victoriana y los dos protagonistas fueran los personajes de una novela de Jane Austen. Uno entrega la carta, el otro la abre, y empieza a leer una declaración de amor de lo más arrebatada, como si fuera una carta de una persona enferma que se está despidiendo de uno, de tanto que quiere a la otra persona y no puede vivir sin ella. El concepto es el siguiente. Al día siguiente, se funden en un abrazo, hacen algunas compras insustanciales, qué sé yo, lo que su suele hacer en pareja. Se sientan en un banco, y cuando el receptor va a decir "yo también te quiero mucho" la otra persona le dice "lo quiero dejar". ¿Perdon? Esto, ¿perdona? Me he perdido una parte de la historia, yo creo. No no, espera, estoy haciendo un resumen y no ha pasado tanto tiempo para que haya pasado algo. La otra persona se levanta del banco y le deja al otro con una cara de tonto de remate al que sólo le falta el capirote de burro para que se rían de él en toda la clase. Afortunadamente, esta persona no seguía exculpándole, simplemente le describía como lo que era: un cobarde.

Así que a ti, avezado gay en busca del amor perdido (qué referencia a Proust eh, muak muak muaks a mi mismo), si pretendes entender muchas veces al género masculino, sólo te diré una vez: estás jodido. Muchas veces tienes que enfrentarte a persecuciones al más puro estilo Con la Muerte en los Talones con un esquizofrenico detrás intentando ahogarte con sus abrazos de serpiente; otras puede que tengas que hacer un acto de contrición para no arrancarle el pescuezo al que se cree un gallo de corral, pero si de algo estoy convencido es de que al final, siempre quedamos nosotros para poder decirles algo como muy melodramático, que siempre queda bien, o tirar del manual de frases que, hoy en día, el Facebook siempre nos aporta. Que vivan las frases despechadas!

lunes, 9 de agosto de 2010

Repeticiones (o cuando preparar un polvo es algo aburrido)

Hoy en día el sexo es una parte fundamental de ésta, nuestra querida sociedad. Ya seas hetero, gay, lesbiana, bisexual, transexual, o extraterrestre, el sexo llama a la puerta de todo bicho viviente. Pero una cosa es esa querid@s, y otra bien distinta es que cuando la gente habla, cuando alguien está escuchando o leyendo lo que la otra parte tenga que decir piense "sí sí, acaba ya que cuando antes empecemos antes acabamos". Y es que, en algún momento de nuestra vida, todos nos hemos encontrado con algún personaje que para lo único que nos quería era para utilizarnos como la muñeca chochona de turno, que bien mirado, ahora que lo pienso, me hubiera ahorrado más de un quebradero de cabeza (aysss chicos, si es que sois complicados de cojones). Así que como uno se cansa de lo mismo siempre, y como está más que harto de que las mismas preguntas se repitan como si cada conversación fuera un viaje en el tiempo al pasado, recuerdo algunos interrogantes que siempre (sí, siempre) me hacen y ante los que yo, que me considero una persona cuerda (ja!), respondo siempre, ya que esto va de repeticiones, de la misma manera, así, al menos, si alguno de vosotros está tan desesperado como yo, que luego no diga que sólo despotrico y no hago labor social:

1. ¿Eres activo o pasivo?: La vida nos da por el culo a todos macho así que... ya me dirás tú lo que soy y lo que no

2. ¿ X (introducir cifra) años?: No hijo no, pongo el número de mis centímetros de entrepierna en el nick...

3. ¿Tienes pluma?: Bueno, no soy un colchón de pato noruego, pero si lo que me pretendes preguntar es si cuando voy por la calle me confunden, gracias al contoneo de mis caderas con una mujer, no, supongo que me confunden con una princesa de la realeza.

4. ¿Como es tu polla?: De carton piedra, ¿y la tuya?

5. ¿Como eres?: Pues mi madre dice que genial, pero mira que yo creo que es amor de madre / hay algunos que, pobres de ello, te siguen la conversación diciéndote: jeje, pero ¿fisicamente?: mitad perro mitad canguro (por si no habías entendido la ironía anterior)

6. ¿Donde estás?: ¿A las 3 de la mañana, con un insomnio que me quiero morir, y siendo martes? ¿Realmente te tengo que contestar a la pregunta?

7. ¿Te gustaría que te comiera la polla?: Lo repito, tengo un insomnio que me muero, ¿tú crees que no me gustaría estar haciendo otra cosa que hablar por el ordenador? Pues mucho menos que vengas a comerme nada... ni siquiera los mocos.

8. ¿Qué te gusta hacer en general?: Esto... a ver... mira que no es por ser borde ¿eh? pero... ¿realmente te importa lo que hago cuando me has hecho todas las preguntas anteriores?

El sexo es instinto puro y duro. Pero, querid@s, que tengamos algo en común con los animales, no nos da derecho alguno a comportarnos como ello. No sé, un poco de entusiasmo, un poco de misterio, que no todo sea "te la meto, te la saco" que para eso, mis bolas tailandesas hacen milagros y, al menos, no escucho jadeos inoportunos. Y no os llevéis a engaño, a mí el sexo me encanta (creo que lo habré repetido, no sé. como cien veces ya), pero una cosa es que me encante y otra que esté dispuesto a abrir las puertas (que bonita la metafora, aysss, me doy besos a mí mismo y todo) a cualquier lanza de apuesto (o no) caballero.

domingo, 8 de agosto de 2010

Citas (o cuando los hombres son un jeroglífico andante)

Me encantan los hombres. Empiezo así porque no quiero que nadie piense lo que no es. Me encantan los hombres sí, pero a veces, de verdad, a veces, me producen un sopor tan grande que a mí me hubiera gustado ser la Bella Durmiente y que no viniera un príncipe de tres al cuarto a despertarme con un beso. Y es que cuando crees que lo has visto todo, van y te sorprenden (sí sí queridos, no entiendo cómo la Gemio no ha vuelto con una versión "Sorpresa, sorpresa" de citas, porque se forraría). Resulta que cuando te dicen una cosa, en realidad, quieren decir otra y claro, a mí, que me encanta el lenguaje (y la lengua siiiii, venga, hagamos el chiste fácil va...), pues no sé, me da por creérmelo (uno que es ingenuo, confiado, o tonto de remate, lo que queráis). Pero es que, cuando alguien se molesta en quedar contigo, se sienta en una mesa y empieza a contarte su vida de cabo a rabo, ¿no pensáis por un momento que no se lo estáis contando a vuestro terapeuta chatos, que soy una persona de carne y hueso (lo sé, es absurdo que haga la matización, pero hay mentes que no acaban de entenderlo por mucho que se lo repita) que preferiría que le contarais lo bien que os lo habéis pasado el fin de semana antes que vuestra última pelea con el ex? Por eso, haciendo acopio de la poca paciencia que me queda (el saquito de arena que llevaba se me ha debido romper por algún sitio, porque yo prometo que lo tenía lleno y ahora está casi vacío), hago otra de mis listas. Porque, ¿para qué queremos autodefinidos, cuando tenemos hombres que lo complican todo?

1. Te invito a algo la próxima vez: Pues si tú sabes, yo sé, él sabe, nosotros sabemos... y toda la conjugación del verbo, que NO va a haber una próxima vez, ¿para qué coño (ups) me dices nada?

2. Me encantas: Ja - ja - ja. Déjame hacerte una pregunta de lo más sencilla: ¿si te encanto, por qué llevas meses sin dar señales de vida?

3. ¿Tú has estado con muchos?: Regla número 1: si no quieres saber una respuesta, no hagas la pregunta. Además, todo el mundo tenemos un pasado, ahora no me vengas con que tú has sido una hermanita de la caridad y te has recluido en tu casa...

4. No siento la magia que tengo que sentir: Para ver un capítulo de Embrujadas, ver seriesyonkis graciasssss...

5. Estoy cansado, ¿quedamos otro día?: Que me lo digas un viernes después de haber estado trabajando como una mula, pase. Que me lo digas un domingo cuando te has estado tocando la seta a dos manos, perdona cariño, pero eso no es cansancio, eso es que eres un parao. No hay más. Además, si no quieres quedar conmigo más ¿por qué no me lo dices?.

6. Se me acabó la batería cuando me estabas llamando: Ay chato chato chato, eso hubiera colado si no te hubiera llamado para saludarte cuando te vi pasar por la acera de enfrente. Si quieres un poco de clase, vete a Las joyas de la Corona, ahí podrán enseñarte algo (digo yo)

7. Te llamo luego: Llámame raro, pero... ¿si me dices que me llamas luego, es tan raro que esté pendiente de que me llames luego?

He intentado hacer un análisis de las situaciones. He hecho estudios cualitativos, cuantitativos, entrevistas personales, observaciones in situ, un glosario con los conceptos más elementales, y al final me he quedado con una sensación extraña. Después de mil páginas de tesis, he llegado a una conclusión que ya me figuraba, pero que no me ha dejado de sorprender: ¿quien narices os entiende?

viernes, 6 de agosto de 2010

Preguntas (o esto es el día de la marmota)

Ay, lo he vuelto a hacer. He ido a un bar de esos... sí sí... ¿como se llamaban? Ah, sí, perdonad, un bar de mariquitas (o eso diría mi madre) y al final, me ha pasado lo mismo de siempre: que si miradas, que si te rozo el culo discreta o no tan discretamente, que si apártate que quiero ir al baño, que si oye ponme una copa, oye ponme una copa, esto... oye, ponme una copa, que si me quedo con cara de idiota por lo que me han cobrado (¿yo no tenia 10 euros en la mano ahora mismo?), y que si sudo como un cerdo por la falta de aire acondicionado y alguna que otra camiseta quitada. ¿Y? os preguntaréis vosotros, como seres inteligentes que os considero. Pues que volviendo a mi casa después de que mi cuerpo se acostumbrara al aire libre y no al viciado de hormonas, he pensado en la cantidad de preguntas que nos hacemos los unos a los otros en los bares. Así que, haciendo memoria, me he quedado perplejo, con los ojos bien abiertos, y le he dicho al amigo que venía conmigo: "oye, esta noche ya la hemos vivido otras veces ¿no?". Y no va el tío y me mira raro (aysss estas generaciones).

1. ¿Vienes mucho por aquí?: Esto... bueno... teniendo en cuenta que me viste la semana pasada, que tenía la misma copa en la mano, y que, oh querido amnésico, me lo preguntaste también la semana pasada, entonces creo que mi respuesta es "sí".

2. ¿Tienes fuego?: Y que siempre me la hagan justo cuando me estoy encendiendo un cigarro yo mismo...

3. ¿Cómo tú por aquí?: Esto... veamos... siéntate que aquí va la clase de Barrio Sésamo... Esto es un bar de ambiente gay, yo soy gay... la suma es fácil hasta para ti... enhorabuena! has aprobado...

4. ¿Tienes novio?: Éntrame de una vez chico, que si te he dejado llegar a que me hagas esa pregunta es que algo te habré visto...

5. ¿Por qué eres tan guapo?: Esto... ¿por qué me lo dices mientras tienes los ojos cerrados?

6. ¿Te gusta este sitio? A mí no: Pues si no te gusta este sitio, ¿por qué siempre te veo acodado en el mismo sitio, bailando como un poseso y gritando: qué bueno es este sitio!?

7. ¿A qué te dedicas?: Si te digo que psicólogo vas a empezar a contarme tus problemas ¿verdad? Pues entonces fontanero... arreglo cañerías ;)

8. ¿Te puedo presentar a un amigo?: Y siempre, siempre, siempre, nos gusta más el que nos lo pregunta que el amigo...

Ay, lo he vuelto a hacer sí. Pero es que no lo puedo evitar. Hay algo en esos bares que me llama la atención, como la luz a las luciérnagas. Y es que, a pesar de que las preguntas sean repetidas, a pesar de que los deja vu estén a la orden de la noche, eso me da ideas para escribir en este blog. Novio no tendré (si alguno se anima, ya sabe), pero tiempo libre...

jueves, 5 de agosto de 2010

Acción (o cómo echarle cojones al asunto)

Odio a Jorge Bucay. Sus libros me parecen lo mismo que esa perla que editó hace tiempo Ana Botella titulada Cuentos clásicos, es decir, un sopor. Hecha esta matización, sólo hubo una cosa que aprendí de ellos: que la acción es importante. Por eso, y de ahí que haga esta actualización express, hoy me he decidido a ello. Hace tiempo que no me acerco a los hombres (pura cuestión de pereza, quizá cierta altivez, o simplemente una inseguridad afianzada con los años). Anyway, el caso es que siempre observaba desde la barrera correr a los toros o, por utilizar un símil que no tenga tanta trascendencia visto como están las cosas con el tema, siempre esperaba que un quiebro del destino (voy a llorar de lo poético que soy a veces, aysss) me acercara al chico que me gustaba.

El escenario: una terraza en un bar cualquiera (no os doy más datos porque vosotros sino todo lo queréis saber, y al final me quitáis al chulo que he visto, y yo no comparto esas cosas malditos). Un bolígrafo, una servilleta, y un mensaje como los que escribíamos a escondidas cuando éramos adolescentes (o no tan adolescentes, porque aquí donde me veis yo he encarnado hoy el más puro estilo teenager, o lo que viene siendo lo mismo, un comportamiento absurdo pero, precisamente por eso, más sincero) y el chico que nos gustaba nos hacía tilín, tolón, o tolón y talán. Normalmente no me presto a dichos menesteres (mi profesora de Literatura estaría contenta de que escribiera estas palabras, con lo que ella era dada al castellano antiguo, qué recuerdos), pero cuando una persona te mira directamente sin apartar la vista, se acerca para retirarte las bebidas y empieza a darte una coba surrealista, o incluso cuando le vas a pedir el bolígrafo (el arma del delito señores y señoras) con el que escribirás el mensaje te sigue dando la misma coba que hacía diez minutos, pues uno se pone a pensar y dice: a ver si a este le va lo mismo que a mí...

Escrito el mensaje, entregado, y saliendo por patas (porque prestos a ser adolescentes, el momento huida con vergüenza estaba obligado), uno piensa que ahora sólo queda esperar porque, como decía en uno de sus libros mi odiado Bucay, la libertad en la acción es la más arriesgada de las aventuras.

miércoles, 4 de agosto de 2010

Novios (o un motín en el barco del amor)

Me gusta estar en pareja. No sé, llamadme ingenuo, o romántico (o lo que vosotros queráis malditos), pero creo que la vida sabe mejor estando acompañado. Pero hay una cosa que tengo clara en este mundo de relaciones: si tengo que aguantarte más de la cuenta, es que eso no es amor, es sólamente terrorismo autoinfligido. Por eso, muchas veces, recuerdo lo que decía Mae West cuando le preguntaban cómo quería ella formar una familia: si quiero una familia, me compraré un perro. Y es que a veces, hay personas que nos hacen perder la esperanza de encontrar alguien, no ya normal (que, perdonadme, pero de cerca nadie es normal), sino con dos dedos de frente. Por eso, como viene siendo habitual en este, mi querido blog, quería adjuntaros una pequeña lista de hombres por los que no suspirar y sí correr como si hubiéramos visto al mismísimo diablo dispuesto a poseernos (aunque, sinceramente, a veces suena más tentador). Ahí van algunos ejemplos:

1. El hijo de papá: Una cosa es que nos preocupemos el uno del otro, que eso sería lo normal, y otra muy distinta es que tengamos que estar las 24 horas del día juntos y tenga que cuidarte como si fuera una enfermera pluriempleada en un asilo para niños pequeños. Si quieres que alguien cuide de ti hasta el extremo, tienes dos opciones: a) buscarte una sirvienta en los muchos anuncios de contactos del periódico o b) empezar a darte cuenta de que eres tú el que tiene que cuidarse a sí mismo. Lo demás, es puro vicio.

2. El perfeccionista: Que no te conformes con tu vida, vale, a todos nos gusta ir un paso más allá y conseguir nuestros objetivos. No me parece mal la gente inconformista. Pero lo que no es de recibo es que pretendas moldearme a la imagen que has tenido en la cabeza cuando nos conocimos. Si quieres a alguien perfecto, lo siento por ti, pero no lo encontrarás nunca. Porque pretender que alguien haga las cosas a TU modo, es sinónimo de EGOÍSMO, no de PREOCUPACIÓN

3. El completo: Puedes creerte un menú completo de un McDonalds, con su hamburguesa, sus patatas, su bebida e incluso (en el mejor de los casos) con un postre a la altura de las circunstancias. Puedes pensar que lo tienes todo y que el que se encuentre contigo deba adorarte como si fueras el rey Midas del barrio. Puedes pensar lo que quieras sobre ti mismo, pero, por favor, conmigo no cuentes. Amén.

4. El indeciso: Todos tenemos dudas. Y quien me diga que no, me está mintiendo. Nadie podemos tomar una decisión en algún momento de nuestra vida. Pero, querid@s, cuando alguien empieza todas sus frases con un "no sé..." o un "como tú quieras", echaos a temblar, porque si no sabe ni siquiera qué película le gustaría ver con vosotros, mucho menos sabrá si quiere seguir con vosotros o no, y, como ya dije en otra de las actualizaciones, ¿no estamos para perder el tiempo, no?

5. El Correcaminos: Este piensa que la vida es una carrera en la que hay que ir a toda mecha. Pero, si yo te digo que quiero ir despacio, que me digas cada dos por tres que estás enamorado de mi y que te encantaría que viviéramos juntos y que ojalá podamos hacer un viaje juntos, cuando sólo llevamos viéndonos una semana... esto... te lo diré de una forma suave... eso no me hace feliz, eso me hace temblar más que una conferencia de Jose María Aznar...

6. El rumor: Si conoces a alguien y llegáis a un punto en el que la intimidad y la relación está "consolidada", lo lógico sería que quisierais veros en exclusiva. Pero este tipo de persona, te dirá que no, que él no quiere verte sólo a ti, sino que quiere seguir conociendo a gente. Si estáis dispuestos a esperar, perfecto, pero no penséis que aunque os diga eso no lo va a hacer, porque lo hará y conocerá a todo el barrio, ciudad, o provincia donde viváis. Que no se llama este tipo "rumor" porque hable con mucha gente, no no, se llama así porque estos personajes son como los rumores, que se corren de boca en boca.

7. El final feliz: La vida es maravillosa, o eso nos dicen. Pero cuando alguien piensa que está viviendo en una película romántica y no sabe pensar en términos reales, no sé si merece la pena seguir insistiendo. Si lo que quiere es un final feliz y que se escuchen violines de fondo, que se vea las 7 temporadas de Sexo en Nueva York, que al final todo acaba con vistas panorámicas y corazones flotando por los alrededores.

Aunque te encante un hombre, hay que saber lo que se está dispuesto a poner en la relación. Por eso, si habéis encontrado a alguien con el que se pueda convivir y que, además, os deja tener una vida propia, mi más sincera enhorabuena. Amarradle, agarraos a cualquier miembro que se os ofrezca, y no le dejéis escapar. Que el mercado está de capa caída, y a este paso nos tendremos que reproducir por esporas.

martes, 3 de agosto de 2010

Roles (o como suspender en maneras)

No os entiendo. De verdad que no. A ver, resulta que os quejáis porque no encontráis un hombre normal (si es que los hay, que yo aún ando buscándolos), vais a bares de ambiente, os metéis en páginas de contactos, quedáis para un café, queréis conocer a alguien (que os conozco, que os encanta poner ese verbo en los perfiles), y ¡cuando intimáis un poco y esa persona os dice cual es su rol en la cama (nota de aviso: no he introducido aquí las conversaciones por los chats y derivados, porque si lo hubiera hecho ya os lo habríais preguntado nada más empezar a hablar) no os interesa la persona porque no es compatible con vosotros!. O sea, a ver si lo he entendido bien, ¿si tú eres un activo de los de toda la vida y la otra persona también lo es, descartáis la posibilidad de que haya algo más aunque la persona os encante? ¿y si resulta que sois pasivos, que la otra persona lo sea implica que ya os podéis ir olvidando de sentir algo distinto en vuestro culo? Como supongo que vuestra respuesta será afirmativa, yo me pregunto ¿tan extremistas sois querid@s? A mí me gusta mucho la variedad, no sé, es lo que nos hace interesantes (¿?), pero en mi corta experiencia con los hombres (mi madre creo que diría otra cosa) he podido observar que hay diferentes tipos de personas a las que sólo te quedan dos opciones: O tratar como un niño pequeño, o echar de tu cama con agua hirviendo. Ahí van algunos de ellos:

1. Yo soy pasivo, así que hazme lo que quieras: Si tu idea del sexo es tumbarte y esperar a que yo haga todo el trabajo duro, ¡vas apañao!. Si yo hubiera querido tirarme a un mueble, hubiera ido a Ikea, que son baratos y me dan el mismo trabajo que tú.

2. Soy activo, y el hombre aquí: Este es de los que ha leído todo sobre los Neardenthales y lo ha hecho suyo. Querido, voy a revelarte un secreto: que tú consigas que me ponga a cuatro patas no significa que tengas más virilidad porque, aunque tú no lo creas, muchas veces, soy yo el que te folla a ti.

3. Yo no tengo fantasías, soy normal: A mí no me vengas con normalidad. Te diré lo que no es normal. Lo que no es normal es que si quiero innovar en la cama tú te conviertas en una monja de clausura, como si desviarme del mítico mete-saca fuera lo mismo que estar poseído por un demonio. Y si me miras con esa cara cuando te digo que me pondría hacerlo en un probador, entonces es que yo me he enamorado de un soso. Y créeme, no hay nada peor que ser aburrido en este tema.

4. Aunque me digas que no, yo sé que te gusta: Sólo te lo diré una vez más para que quede claro. Si te digo que avises antes, ES QUE TIENES QUE AVISAR

5. Te voy a hacer lo que no te han hecho nunca: Aparentar fanfarronería nunca ha ido bien. Porque todos tenemos un pasado querido, y puede que el de la otra persona sea mucho más oscuro que el tuyo. Así que, un poco de humildad. Todos sabemos, además, que las expectativas pueden arruinar una buena sesión.

6. Yo doy por el culo, no hago mariconadas: Ah, perdona, que pretender que me beses en los preliminares es una mariconada, pero que tú estés más preocupado de lo que se lleva en la pasarela de Milan que de hacerme pasar un buen rato, no lo es. Ya lo dice mi madre: vemos la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio.

Podría seguir, pero, ¿para qué? Tú ya sabes lo que no hay que hacer, y yo ya sé lo que no tengo que soportar. En un mundo perfecto tú aprenderías algo de todo esto, y yo me convertiría en un hombre con una sonrisa pegada a cualquier parte del cuerpo. Pero como este mundo es como es (la vida es una mierda, pero te gustará), lo que pretendo con esto es desmontarte ese lado de "yo yo yo" para que vayas pensando que, en todo esto también hay un "tu tu tu". La vida es muy corta, como cortos son los caminos para encontrar a alguien... esto... ¿como lo llamabas?... Ah! sí, normal.


lunes, 26 de julio de 2010

Situaciones (o como juntar las churras con las merinas)

Hay una máxima universal que todo el mundo conocemos, disfrazada de dicho popular: donde pongas la olla, no metas la polla. Y es que, a veces, queridos amigos virtuales, nos ponen un caramelo en los labios y, por mucho que sepamos que no nos conviene, que al final de pasar la lengua y sentir ese sabor dulce del principio, viene lo amargo y los retortijones de tripas (esto es como una gastroenteritis mal curada señores, se lo digo yo que de todo esto entiendo un poco), seguimos chupando como si nos fuera la vida en ello. Y es que de caras amargas cual limón chupado, todos sabemos un rato largo (o no tan largo, pero ¿a quién le importa la cantidad si de lo que se trata es de la calidad?). Y es que hay situaciones en las que el sexo está reñido con el saber llevar la situación y es que, aunque pensemos que podemos con ello, al final aquello acaba como el rosario de la aurora (uno que es muy sentido, qué se le va a hacer) y ya te puedes encomendar a cualquier santo que, y perdona que te lo diga, por mucho que intentes esconderlo, sólo hay una frase para describir tu situación: estás jodid@. Ahí van algunos ejemplos:

1. El trabajo es un placer sensual: Todos tenemos vicios algunos vicios. Fumar, el chocolate, las canciones tristes cuando nos han dejado. Ya sabéis, eso que dicen que es perjudicial, pero que aun así seguimos usando. Pues bien, mezclar el trabajo con el sexo, es otro de los errores que no debéis cometer. No es que me parezca mal, no es que crea que dos personas no se pueden gustar en el trabajo, y ni siquiera critico que suceda. Sólo digo que, si no queréis salir escaldados, si no queréis llevaros el trabajo a casa o la casa al trabajo, como queráis, procurad al menos hablarlo y dejar muy claro que límites no se pueden cruzar. La comunicación queridos, ya sabéis, eso que se hace entre dos personas, y que parece desgastaros tanto como la maratón de los cien metros lisos.

2. La familia, una obligación: Todos hemos tenido un tío, primo, o cualquier elemento en el núcleo de nuestra familia, que estaba buenísimo. Yo, sin ir más lejos, tengo un primo que ya me gustaría montarle el pan como lo hago con el aceite en las ensaladas. Pero eso no quiere decir que me vaya a liar con él (teniendo en cuenta que, el pobre, es hetero y de los de pura cepa). Si queréis enamoraros de alguien de la familia, estupendo, la decisión corre de vuestro lado, pero tendréis que saber que, al principio (y dios no lo quiera, al final también), os encontraréis con miradas de reojo y comentarios de todo tipo (pervertido es lo más fino que os pueden decir). Porque en la familia, como si fuera la casta italiana del Padrino, todo lo que sea diferente, es sinónimo de peligro.

3. Los mejores amigos del mundo mundial: Se nos plantean dos opciones. a) que la situación vaya tan rodada que al final sea una historia de amor perfecta (ya me entendéis, no perfecta en un sentido Disney sino en un sentido real, que hay que explicarlo todo) o b) que salgáis escaldados como si se hubiera intentado cocer al pulpo Pohl en agua hirviendo. Cuando una pareja de mejores amigos comienza su andadura como pareja sentimental, no hay matices intermedios. Porque o bien se convierten en amantes cómplices, o bien, cuando la relación se acabe, no podréis volver a atrás y empezar otra vez desde el principio.

4. Tú estás por encima, yo por debajo: Y no, felices de la vida, no me refiero a posturas sexuales. Ya sea en un empleo (volver al punto 1) o en una relación de jerarquías (profesores, psicólogo, médicos, y un largo etcétera) no sólo es poco ético por parte del profesional, sino que es un berenjenal de mucho cuidado. Nunca vais a estar en la misma posición, nunca será aquello de "es que somos iguales", pero no por nada, sino porque realmente no lo seréis nunca. Y es que, a no ser que se luche por ello, estas situaciones siempre acaban mal. Así que, en estos casos sólo hay una solución: que tú y tu figura de "poder" no tengáis ninguna relación profesional. Una vez cortado todo vínculo más allá de lo sentimental, id a por ello, mientras tanto, esperad a que Sanidad, Educación, o quien coño sea, pueda ofreceros otro profesional del que NO enamoraros

Dichas situaciones pueden resultar absurdas para algunos. En algunos casos todo ha salido bien, las parejas que se formaron pueden vivir para contarlo, y son felices. Pero no nos engañemos, éstos son la excepción. Soy un romántico, me encanta que triunfe el amor y bla bla bla, pero también sé cuando estoy acercando tantísimo la mano en el fuego que al final me voy a quemar. Así que si eres de los míos y te ves en alguno de estos problemas, mejor es que te fijes en el chulazo del bar al que, si la divina providencia lo desea, puedes acercarte y rozarte como una perra en celo, o apechugas con lo que te va a tocar vivir a partir de ahora con la mejor de la sonrisa. Si ya lo decía la Pantoja: dientes, dientes, que es lo que les jode.

sábado, 24 de julio de 2010

Cuernos (o el oscuro placer de rozar los techos)

Me gusta el sexo. Parece que a todos nos cuesta aceptar que alguien diga eso y se quede tan ancho. Pues sí, me encanta el sexo y es más, siempre que puedo lo practico (algo así como ser de una religión nueva y ser teórico y practicante a la vez). Pero que yo diga que me gusta el sexo no implica que, por ello, tenga que ser un desesperado que va cazando mariposas (cuando no moscones) por todas las calles, bares, restaurantes, pasillos, barras, y todo sitio donde pueda apoyarme, que encuentre por ahí. Es más, la mayoría de las veces (oh sí, os rechinarán las cuerdas vocales cuando lo leáis) no me apetece tener que aguantar el cuerpo de otra persona encima, o debajo, o al costado (cuanto daño a hecho el Circo del Sol, por dios).
Pero como he dicho antes que me gusta el sexo, que soy un practicante y que además teórico (¿la letra con sangre entra?) me propongo escribir una nueva trilogía sobre este tema. Esta primera parte trata sobre esas personas que no pueden tener su miembro guardadito en la bragueta ni tres segundos, teniendo más vida social que Lindsay Lohan, o convirtiendo sus ahorros en acciones para condones, juguetes eróticos, y demás utensilios. No me parece mal, todo lo que sea el disfrute y la innovación tiene su punto de morbo y de curiosidad que a mí (ahí va otra revelación personal) me pone cachondo. Pero, ¿qué sucede cuando esa persona tiene pareja y, aun así, va de cama en cama, probando las sábanas y los fluidos de otra persona? ¿Qué sucede en ese momento en el que te das cuenta de lo que pasa y te enfrentas a la situación y se lo planteas? Aquí van algunas de esas explicaciones tan sobrecogedoras que dan aquellos que, y como bien lo habíais imaginado, no tienen nada que explicar (ya se sabe que siempre habla quien más tiene que callar):

1. Cariño, no es lo que parece: Es un tópico, aparece en series de televisión, en películas, en novelas, pero por muy tópico que parezca, esto pasa en la realidad. Yo siempre me pregunto, ¿qué es aquello que no parece lo que es? ¿Acaso no estoy viendo con mis propios ojos que estás de rodillas con otra persona que no soy yo (a lo mejor es una versión mía de otra realidad alternativa, pero lo dudo) comiéndole la entrepierna mientras te agarra la cabeza para que sigas? ¿Acaso no estoy viendo como estás debajo de esa persona mientras rebuznáis de placer (que, por cierto, cariño, ese ruidito no lo haces conmigo)? Lo mejor en estos casos es no perder la compostura, plantarte como si hubiera aparecido tu superior, y mientras te giras dignamente (que pena no tener una melena en esas ocasiones), pensar que si aquel burro ha estado meneando la cola con otros, tú puedes encontrar a alguien que quiera hacerlo SÓLO contigo.

2. Es que no puedo evitarlo: Me encanta la gente que le echa la culpa al instinto. Como si yo tuviera que aceptar que eres más perro que persona. Los animales no pueden evitarlo, ellos son puro instinto: ven algo que les gusta, lo huelen, y después, les ves retozando alegremente. En cambio tú, querido amaestrador de perros, no tienes la voluntad suficiente para tener la bragueta subida y encima esa explicación me tiene que convencer. ¿Y qué se hace con estos individuos? La castración química no es una buena idea (se acaba la erección, pero no el deseo), coger una tijeras y hacerte un trajecito (pequeño, muuuuy pequeño) con lo que le cuelga no está bien visto (es lo que tiene haber visto El silencio de los corderos, luego te tienes que ver con el FBI persiguiéndote y chico, a ti no sé, pero a mí no me apetece que Jodie Foster ande pistola en mano). Lo mejor es mirarle a los ojos, acercarte suavemente y decirle: "Cariño, vete a la mierda, perdóname pero es que... no he podido evitar decírtelo".

3. Si me hubieras querido un poco más, no lo hubiera hecho: Esto de echar la culpa a los demás está muy visto querido. Si de verdad te hubiera querido un poco más, si te hubiera hecho más caso, si hubiera estado pendiente de ti las 24 horas del día, si te hubiera estado controlando hasta cuando ibas al baño, lo siento pero... lo hubieras hecho igual y además, yo hubiera caído en el síndrome del padre protector, y por ahí si que no paso.

4. Es que me apetecía probar cosas nuevas: Ah, perdona, que resulta que tú y yo, que compartimos una cama, que compartimos un sofá, que compartimos una mesa donde comemos, que compartimos viajes y hoteles, no podemos hacer cosas nuevas. Es más, ahora resulta que tú, que siempre te has vanagloriado de decirme que eras una persona "clara y directa" (te lo digo desde ya, cuando alguien dice, por activa y por pasiva, que es claro y directo, en realidad es todo lo contrario), no has tenido la oportunidad nunca de decirme "oye, me apetece hacer esto, ¿lo probamos?". Si quieres algo, vas a por ello y lo realizas. Así que no me vengas ahora con cuentos de que te daba vergüenza planteártelo. Lo peor en estos casos es que, el susodicho, cuando te está diciendo esto, REALMENTE SE LO CREE.

5. No sé por qué lo he hecho: Pues yo te lo voy a decir. Te has conectado a una página de contactos, has puesto en tu perfil que buscabas sexo, has mandado y te han enviado algún que otro mensaje, has visto la foto del que más te gustaba y le has contestado que dónde y a qué hora quedábais. Lo demás, me lo tendrás que explicar tú, pero no des demasiados detalles porque, perdona si resulto ser un poco especial, pero no me gusta saber cómo mi pareja ha estado en la cama con otro y encima, que esto es lo peor, se lo ha pasado mejor que cuando está contigo. Acepto que no sepas el teorema de Pitágoras, acepto que no sepas la tabla periódica de los símbolos químicos, acepto, no sé, que no sepas si te apetece un café con leche o un café solo, pero lo que no acepto es que me digas que te has acostado con otro sin saber la razón, porque mira, yo ahora mismo podría tirarte por la ventana, y cuando me preguntaran por qué lo hice, decir: "no sé por qué lo he hecho", ¿a que no te gustaría?

El sexo está muy bien. Se puede practicar de muchas maneras, y hay parejas de todo tipo que pueden aceptar que las dos partes se acuesten con otras, y me parece incluso sano si las dos personas están de mutuo acuerdo. Pero cuando uno levanta la bandera de la monogamia como si fuera el mantra de su discurso, me parece una falta de respeto en toda regla. Si quieres follar con todo lo que se menea, estupendo, pero no me hagas ver que me quieres mucho. Piensa un poco, y si después de todo ese ejercicio al que no estás acostumbrado, te das cuenta de que no te quieres ni a ti mismo para hacer ese sacrificio, no me vendas motos que nadie quiere vender. Porque para ir vender chatarra, puedo ir a cualquier desguace.

miércoles, 21 de julio de 2010

Rebajas (o cómo pagar el doble por algo a mitad de precio)

Siempre he soñado con que hubiera una tienda donde poder comprar al hombre perfecto. ¿Quién no ha imaginado cuando era pequeño (ja! y no tan pequeños querid@s que todos nos conocemos) cómo sería la pareja ideal, aquella de la que nos enamoraríamos al primer instante y del que caeríamos rendido cual manzana afectada por la ley de la gravedad (maldita ley de la gravedad, gracias Newton)? Pero como ya os habéis podido dar cuenta, y si no ya estoy yo aquí para ofreceos la noticia bomba de la semana: EL HOMBRE IDEAL NO EXISTE, SOLO ESTA EN NUESTRA IMAGINACION. Y no me vengáis con que a un amigo, de una amiga, que a la vez tiene otra amiga, que conoció a una amiga que le contó que otra amiga encontró al novio ideal, que es perfecto, y que es muy feliz, porque seguramente esa persona esté rodeada de gatos, comiéndose un helado tamaño gigante (cuando no se esté comiendo los mocos), y engordando como si pretendiera ser la nueva Bridget Jones en formato reality show. Siempre me hubiera gustado ver un reality de ese estilo, donde se presentara a una persona que ha sido dejada y pudiéramos observar lo patético que resulta despertarte una mañana y darte cuenta de que, la persona que había estado contigo no sólo ya no quiere estar contigo, sino que prefiere no estar contigo.

Anyway, lo que vengo a decir con todo esto no es otra cosa que despertemos. Nadie nos va a regalar nada, ni siquiera esas frases que nos imaginamos por las películas, porque, para eso son películas, imaginación, no sé, fantasía ¿maybe?. De todas formas, como viene siendo habitual, y cerrando la trilogía que empecé con este blog, sobre las frases que alguna vez nos han dicho en nuestra vida, aquí aparecen algunas de las perlas más insospechadas que pueden decirse, cuando lo que de verdad se pide es que se permanezca callado:

1. Te quiero, pero...: Alto, rebobinemos. El principio de la frase es perfecto, un "te quiero" con su verbo, su pronombre, no sé, una frase bien construida. Lo que viene siendo utilizar una frase con su forma gramatical correcta (bien bien bien). Pero, ¿que pasa con la segunda parte? Aquí hay algo que falla. Si me quieres, ¿qué narices haces introduciendo un "pero"? ¿No se supone que me quieres y punto? Pues no amigos no, hay gente que te quiere mucho, que lo da todo por ti, a la que le pareces una persona nacida en otro planeta y que eres fuera de lo común (palabras textuales), pero que luego te dice que a pesar de todo esto, de todas esas palabras que te habían dicho hacía cinco minutos (cuando no segundos) te dicen que "no sienten la chispa que tienen que sentir". Y es que esto parece que va de ser electricista, válgame el cielo, y yo pensando durante todo este tiempo que de lo que iba esto era simplemente de conocer a esa persona y estar a gusto con ella (tonto de mí, qué cosas). Cuando alguien os diga ese "pero" paradle en seco y, al más puro estilo Bette Davis decidle "si yo soy tu pero, tú serás mi menos".

2. Me agobian tus mensajes: Perdóname si te digo que me encanta estar contigo, perdóname si resulta que me apetece mandarte un mensaje diciéndote que quiero quedar contigo, perdóname si te digo que te echo de menos después de una semana sin vernos, perdóname si te digo si te apetece ir al cine, perdóname si... ¡eh, espera! No tengo que pedirte perdón por nada, porque si las palabras de cariño tienen que estar racionadas, es que yo no vivo en este mundo, si no en la dimensión paralela donde se pierden todos los mecheros (y seguro que lo pasaría mejor, porque el humo me impediría ver cómo me dices esas tonterías). Hay gente que se agobia con un mensaje de texto, sí, que cuando oye el sonido de su móvil y ve que es tu nombre el que se refleja en los mensajes, se echa a temblar. Si esto es así, probad a no mandarle ningún mensaje, probad a estar unos cuantos días atendiendo únicamente a vuestra vida y descubriréis dos cosas: a) que os lo pasáis de puta madre (tacos no tacos no tacos no) y b) que será él quien os mande un mensaje preguntándoos que os pasa (pero tendréis la inteligencia suficiente para poder responderle "ya nada, adios").

3. Me cuesta contar mis problemas: Quien esté libre de pecado que tire la primera piedra. A mí también me cuesta contar ciertos problemas, porque a mí también me gusta a veces estar recluido en mi casa, pensando en mis cosas, y no hablando con nadie. Todos necesitamos un espacio de soledad. Pero, queridos, os diré una cosa: una cosa es tener un "momento" de soledad, y otro estar días sin dar señales de vida y cuando te preguntan si te pasa algo decir: "no, a mí nada ¿por qué lo dices?" (siempre con cara de sorpresa, lo de la comunicación verbal es muy importante en estos casos). Y todavía se puede hasta entender esa actitud, pero por lo que ya no paso, y tú tampoco deberías pasar si estás leyendo esto y te ves reflejad@, es que encima me explote en la cara toda la porquería (uno que es muy fino al hablar, ya veis) que llevas acumulando durante todos los días. Porque si te pregunto si te pasa algo, no es por hacer una labor de psicólogo gratuito (que las cosas están mu malas en la economía), sino por, y atención que os voy a descubrir un secreto que nunca se había revelado antes, ME PREOCUPO POR TI!. Y si yo me voy a convertir en tu saco para los puños, querido, para eso me lío con el potro de Vallecas, que al menos él ha sido boxeador profesional.

4. Tengo miedo a las relaciones: Anda, pues bienvenido al club. Ven, siéntate aquí que te voy a dar una lección de psicología básica: el ser humano tiene dos sistemas básicos para hacer frente a los problemas; el primero atacar, echarse para adelante e intentar encontrar la solución más factible para su supervivencia; el segundo, la huida, es decir correr en sentido contrario o meter la cabeza en la tierra como las avestruces (que, me temo, y aquí sí que estoy haciendo de psicólogo gratuito, uno que sabe lo que cuesta conseguir el dinero a fin de mes, es lo que llevas haciendo durante tu extensa vida relacional). Si os encontráis con alguien así, sólo podéis hacer dos cosas: o esperar a que el cervatillo salga de su madriguera y diga "oye, pues no se está tan mal aquí fuera" o dejarle que corra y cuando ya esté a kilómetros de distancia, mandarle un mensaje a su teléfono móvil diciéndole algo así como "si te encuentras con otra avestruz por el camino, apareaos".

5. Deberíamos darnos un tiempo: Y ahora es cuando las alarmas saltan, y todos tenemos que huir de donde estemos escondidos. El tiempo está muy bien, nos permite hacer muchas cosas durante toda una vida. Pero, ¿sabéis qué es lo que no podemos hacer? Perderlo. Si él quiere darse un tiempo, estupendo, que se lo dé. Dejadle a sus anchas, que vaya, que venga, que salga por ahí a pasear sus espolones, que se divierta, que lo pase estupendamente con sus amigos o sin ellos. ¿Y sabéis por qué os digo todo esto? Porque vosotr@s podéis hacer lo mismo. ¿No es maravilloso?.

Las relaciones siempre han sido difíciles. Siempre que haya dos personas incluidas en un contexto, siempre habrá algún punto de conflicto. Pero creo que nos han metido tan en la cabeza el rollo de la pareja, que al final aceptamos cualquier cosa con tal de estar con alguien. No soy un experto, pero lo que sí puedo decir es que cuando piensas en la cantidad de lastres que te quitas por el camino, al final acabas sintiéndote tan aliviado, que sortear obstáculos al final tiene su premio. Si os ha servido de algo esta trilogía sobre frases para la historia, me alegro. Si os habéis reído acordandoos de lo que os pasó y no os volverá a pasar, enhorabuena, habéis aprendido mucho. Y si lo que queréis es quemarme en la hoguera porque sabéis que alguno de estos individuos sois vosotros, lo siento, pero las reglas de internet es lo que tienen: que todo el mundo puede hablar de los demás.

martes, 20 de julio de 2010

Frases (o cómo las palabras se convierten en pesadilla)

Parece que los gays hemos querido diferenciarnos. No sé, será que acostarnos con hombres nos da un status diferente, o que nos eleva a un pedestal imaginario o algo así. Anyway, durante muchos años, yo he tenido que escuchar que si la diferencia es nuestra marca de la casa, que si no nos podemos comparar con los heteros, que si por ser gay tienes que ser un moderno redomado y muchas otras tonterías. A todo aquel que, en algún momento de su vida, me ha dicho todo esto, siempre le he puesto el mismo ejemplo, para demostrar que no somos tan distintos; que, al igual que todo el mundo (sí hijo sí, todo el mundo, desde el este hasta el oeste, pasando por el norte y sur, ése todo el mundo) tenemos una frases comodines, que cada vez que alguien las escuche debe echarse a temblar o, en el mejor de los casos, abrir los ojos como platos de la sorpresa. Aquí van algunos ejemplos ilustrativos:

1. Yo soy discreto: Tú lo que eres es una persona que no se acepta a sí mismo. Así, tal cual. Porque cuando escuchas esto puedes pensar que es que no le gusta mostrar afecto en público, que esa persona es pudorosa de por sí, o que, válgame el cielo, es muy tímido. Pero no, queridos, no, lo que esa persona nos está diciendo con esa frase es que ya te puedes ir despidiendo de decirle un "te quiero" al oído si hay gente alrededor, que no podrás darle un beso, al más puro estilo Meg Ryan (todos los tenemos, así que no me vengáis con que vosotros sois los más machos del universo), mientras esperáis a que se ponga en verde el semáforo. Y si lo hacéis, si osáis intentarlo, os encontraréis con una reacción en cadena que pasa por miraros raro al principio, para después soltaros una bronca de tres pares de narices, quedándoos esperando a que el semáforo se ponga en verde o que se ponga en rojo para poder empujarle cuando pase un coche.

2. Me gustaría probar: A este tipo de personas les llamo los científicos, porque siempre, y cuando digo siempre es siempre, te disfrazan el rollo de probar (como si fuéramos una investigación científica secreta) el sexo con chicos, como si ellos no tuvieran más que claro lo que les gusta. Cuidado, poned las antenas bien alerta porque si caéis en las redes os encontraréis con, probablemente, buen sexo sí, pero después tendréis que aguantar que os digan "yo esto es la primera vez que lo hago ¿eh? no te vayas a pensar que yo soy maricón". No hijo no, si tú no eres maricón yo entonces soy la madre Teresa de Calcuta y lo que yo acabo de hacer es un milagro en toda regla. Lo dicho, huir mientras te queden fuerzas (y sangre en el cerebro).

3. Tenemos que hablar: Atención, atención, atención. Tanto si te mandan un mensaje con este texto, como si te lo dicen por teléfono, o como si te lo dicen cuando os sentáis en una mesa a tomar un café, echaos a temblar. Porque cuando alguien dice "tenemos que hablar" no es para decirte que está muy feliz de haber empezado algo contigo, ni siquiera que tiene pensado un viaje romántico a alguna ciudad exótica (ay, pequeños incautos), lo que esa persona te va a decir no te va a gustar ni un pelo, y por mucho que te intentes convencer de lo contrario, lo más seguro es que esa persona te quiera decir que ya no quiere seguir contigo, dándote explicaciones de lo más variopintas, que pasan desde la sinceridad más absoluta (ya no te quiero) a lo absurdo propio de una película de humor bizarro (es que... estoy agobiado).

4. No eres tú soy yo: De acuerdo, en esto puedo estar de acuerdo. Muchas veces, nos pasamos tanto tiempo de nuestra vida sin pensar en lo que hacemos, que cuando te viene un momento de debilidad te das cuenta de que has estado haciendo el gilipollas. De acuerdo, sí, todo eso me lo creo, y es más yo también lo he dicho. Pero, ¿si eres tú y no soy yo, por qué después me vienes diciendo que no te gusta que haga ciertas cosas, que no te gusta como soy, o que no te gusta como miro la televisión cuando estamos tumbados en el sofá? Si resulta que eres TÚ y no YO, ¿para qué narices necesitas echarme tierra a mí encima? Porque amigo, si eres TÚ y no YO, el tema está muy claro, eres tú el que tiene el problema, no yo.

5. ¿Me quieres?: Seamos claros y concisos. ¿Realmente quieres estar con alguien que te pregunta eso?. Si hacemos nosotros esa pregunta, sólo estamos dando a entender que estamos tan inseguros que no creemos que la otra persona nos quiera, luego ¿qué estoy haciendo con esa persona?. Si recibimos la pregunta, la siguiente pregunta que nos hacemos es ¿si no crees que te quiera, qué haces conmigo? Yo prefiero las frases afirmativas a las interrogativas, y si algo he aprendido en esta vida es a decir lo que siento, no a esperar que la otra persona me lo diga. Así que si esperas que te diga que "te quiero" vas apañado, porque lo diré cuando me salga, no cuando tú lo necesites.

6. Es que me me agobio con facilidad: Claro, que ahora resulta que tú tienes la exclusividad del agobio querido. Que yo no estoy agobiado después de haber empezado una relación, sin saber muy bien dónde tengo que pisar, y cuando no te conozco lo suficiente para poder decir que eres mi novio (o algo parecido). A la gente que se agobia con facilidad le daría yo un tranquimazin por vía intravenosa. Porque si llevando un mes de relación (o eso) ya se agobian, ¿qué se puede esperar cuando lleves cinco años? Por lo pronto, encontrarte un día los armarios vacíos porque se ha dado cuenta de que le interesa más el vecino del quinto (que sólo quiere sexo y nada de compromiso) a ti que quieres formar un "algo" (llamadlo X) en común.

Así que, seguidores (o no) de este blog, ya lo sabéis, si encontráis a alguien que os dice alguna de estas frases, y que después utiliza como conclusión un "pero podemos seguir siendo amigos", salid corriendo, poned tierra de por medio, y dejad bien claro que, si él no espera ya nada, vosotros nunca lo habíais esperado.

domingo, 18 de julio de 2010

Perfiles (o como escribir aller con faltas de ortografía)

Me llamo Sergio Sancor, y me encantan los perfiles. Lo reconozco. Me encanta navegar por la red, ver fotos de gente que no conozco, que con muy pocas preguntas puedas saber un poco de la vida de los demás y que puedas enviar un mensaje a alguien desconocido, mientras esperas para ver qué te contesta. Me encantan los perfiles sí, pero eso no quiere decir que no pueda ser crítico. Porque últimamente ha empezado a crearse una nueva especie de hombres (yo es lo que busco, si alguien tiene un estudio de campo más ampliado, que me lo haga llegar) que no es que da miedo, es que parecen salido de una película de Nacho Vidal (con diálogos por supuesto). Si no quieres caer en un círculo vicioso, aquí hay algunas enumeración:

1. Busco amistad y lo que surja: Seamos sensatos queridos, tú lo que buscas es un polvo como todos alguna vez, sólo que tienes tanto miedo de poner la palabra que empieza por "s" que lo disfrazas de amistad. Claro, ahora resulta que para ser amigos tienes que ser activo, tener una media de 19 cm en la entrepierna , ser guapo (cómo si no ibas a ser amigo mío, válgame el cielo, qué cosas más raras pienso), y delgado (lo de los amigos delgados nunca lo he entendido lo suficiente, ¿el nivel de amistad va por kilos, o por gramos, o por la reacción de las lorzas al desaparramarse por la cama? Que alguien me lo explique).

2. Busco novio o una relación seria: A ver, no digo yo que no se pueda encontrar un novio por la red, yo lo he conseguido en más de una ocasión, y hasta han sido relaciones duraderas, pero sinceramente, si alguien pretende formar sólo una relación basándose en lo que ve en un perfil, va apañado. Están los que empiezan a hablar y hasta que no ven tu foto no deciden si se enamoran o no; luego los que con sólo decirles "hola" ya te dicen que eres el hombre de su vida; y luego los que cuando ponen que buscan relación, no especifican que lo que quieren es una relación de 30 minutos (en el mejor de los casos), para disfrutar un rato entre sábanas (bien sean de algodón, de franela o de seda, aunque los últimos escasean). Si quieres buscar una relación, cúrratelo, y no eres que las palabras escritas en un teclado sirvan para conocer a una persona, porque ya se sabe lo que dicen amigo: que las palabras se las lleva el viento.

3. Me vendo en internet: Que internet es un escaparate todos lo sabemos. No es nada nuevo. Pero es que algunos se creen que estamos en las rebajas y que los saldos tienen que estar siempre presentes. Están los que, a la mínima de cambio, te enseñan el rabo (siempre en erección, gracias); los que te mandan archivos .doc con sus tarifas (mamada son 50, completo con 100, master del universo: incalculable); los que te piden paja y dan su número de móvil en el perfil (ays, pobres telefonistas que escuchen la conversación); los románticos que te dicen, es que quiero que me veas desnudo, no sé, me hace ilusión (ay pobrecito, éste todavía no ha salido de su cueva); y los que se venden a bombo y platillo, los que casi te dan hasta el número de D.N.I, pero eso sí, luego te piden discreción porque no han salido todavía del armario (amigo mío, siento decírtelo, todo el mundo sabe que eres gay, el único que parece no saberlo eres tú).

4. Soy joven pero tengo más rodada que un actor porno: Siempre he pensado que la educación sexual es algo obligatorio, ya sabéis: siempre condón, nunca a pelo, hacerse pruebas rutinarias para prevenir, no sé, lo que viene siendo tener sentido común (sí sí, lo sé, el sentido común es el menos común de los sentidos, pero qué queréis, uno no pierde la esperanza). Pero últimamente esto de los perfiles te dan ganas de coger a todos los que te encuentras y sentarles en en frente de la pizarra y darles clases de nuevo. Desde los que te piden directamente sexo a pelo (porque piensan que lo de la "marcha atrás" todavía se lleva) a los que cuando estás en su casa, cuando llevas pasando una tarde tomando un café y empiezas a pensar que si habías ido allí para follar ya te puedes ir olvidando, y luego te saltan con que a ellos les gusta a pelo, que si no no sienten lo mismo y que si no te importa (con el portazo de puerta de huida que ocasiona claro, porque chicos, yo tampoco siento lo mismo con condón, pero a saber por lo que ha pasado vuestra entrepierna). Hay todo un mundo por descubrir en este sentido, porque yo sabía que gente inconsciente había en todas partes, pero no sabía que tanta.

5. Escribo con faltas de ortografía y estoy orgulloso: No soy Cervantes, ni siquiera tengo acciones en la Real Academia de la Lengua Española, pero si hay algo que me daña a la vista son las faltas de ortografía. A nadie nos cuesta nada escribir bien, no sé, para algo nos dieron una enseñanza básica (aunque fuera muy básica). Y es que están los que el "haber" y el "a ver" no lo han conocido nunca, para ellos tanto lo que quieren ver como lo que tienen que haber hecho es lo mismo; luego están los que, como me pasó recientemente, tienen una resaca espantosa porque "aller" estuvieron de fiesta; o incluso los que quieren "conozer" a otra persona (pues como les conozcas así, de antemano te digo yo que lo único que vas a poder decir es que era moreno y con los ojos marrones, poco más). Pero lo mejor es cuando les corriges (tengo síndrome de profesor de Lengua y Literatura, otra cosa más para que mi psicólogo se forre a mi costa), cuando les explicas que eso no se escribe así, se ponen como los orangutanes en celo, diciéndote que si te crees muy listo, o los que te dicen que se han equivocado, pero que no estaban mirando al teclado a la hora de escribir (qué raro, fíjate que yo pensaba que eso es lo que se hacía para poder escribir, de verdad que pienso cosas raras ¿verdad?).

Soy Sergio Sancor y soy adicto a los perfiles. Eso ya lo he dicho. Pero hay otra cosa a la que soy más adicto todavía: la inteligencia.