domingo, 23 de octubre de 2011

Columpios (o ser un surrealista virtual)

Señoras, señores, me doy por enterado. Las relaciones son complicadas. Sí, sí, como lo oyen. Si hasta Facebook tiene una pestañita (muy mona ella) para poner que tu estado es "tengo una relación complicada" oigan. Todo un mundo de posibilidades se abre a nuestro paso. Y es que, si Facebook lo dice, parece que todos tenemos que hacerle caso, o, en su defecto, crear nuevas formas de relacionarnos porque, válgame el cielo, no podemos ser felices con lo que tenemos. Pase que lo de las relaciones complicadas siempre ha sido un plato en el que rebañar desde que nos hicimos mayores, pero... ¿de verdad esto de las redes sociales nos ha licuado el cerebro? ¿Dónde ha quedado la comunicación? ¿El entendimiento? Esto... no sé, ¿el sentido común?
A mí me gustan las palabras, de hecho, si escribo este blog es en parte por eso mismo. Porque me encanta el lenguaje, escribirlo y hablarlo. Pero lo que no he llegado a entender nunca es ese afán por mostrar la vida emocional privada de las personas en un estado, en un post, o en un tweet. Llámenme ignorante, clásico recalcitrante, o vayan ustedes a saber qué cosas más pero, si queremos a alguien, ¿sirve para algo decírselo a través de la pantalla del ordenador? ¿Acaso si lo dejamos puesto en el Muro tiene una mayor validez? ¿Dónde hemos dejado aparcado el coche para poder salir corriendo de éste, nuestro mundo? Por ello me he decidido a escribir sobre diferentes perfiles, diferentes personalidades que, por A o por B, han aparecido en el mundo y que me dan más miedo que una película de terrores infantiles.

1. Acoso y derribo: Querer a alguien no implica que tengas que avasallarle. Si te apetece estar con esa persona, puedes decírselo. Qué sé yo, llamar por teléfono, enviar un mensaje, o incluso postearle en el Muro si sabes que es lo primero que ve al levantarse. Pero lo que no es de recibo es que, como hace tiempo vi, escribirle 10 mensajes seguidos, a intervalos de 2 minutos, preguntándole por qué no te contesta, que si no quiere nada contigo que se lo digas, que si eres un cabrón, que si creía que merecías la pena pero eres igual que los demás, para acabar con un "que te den por el culo" así como sonoro, con unas mayúsculas de cágate lorito, y todo esto, como no, públicamente, para que todo el mundo sepa que el malo de la película eres tú, no la otra persona. Y es que, eso de lavar los trapos sucios en casa... ya no se lleva.

2. Te quiero, pero muuuuuuuuuuuucho: Conste que me creo un aficionado a las ficciones edulcoradas. En su momento me abrazaba al cojín de mi sofá viendo una película de Julia Roberts, o incluso lloraba a moco tendido cuando la protagonista de turno se daba un beso de estos de película en la pantalla. Y siempre me quedaba pensando: "ay, por qué no seré ese yo". Anyway, el caso es que, adicto a la vena romántica como soy, me parece surrealista que alguien tenga la necesidad, la desesperación, la ansiedad tan elevada, como para poner a alguien que le quiere mucho, que no puede vivir sin él, que lo es todo para él, que su vida era un infierno hasta que le conoció, que desde que ha encontrado a esa persona su vida tiene un sentido nuevo, algo diferente, algo tan bonito que, ay ay ay, no sabe cómo hacer frente a todas esas emociones que le nacen de dentro. ¿Exagerado? Si sientes todo eso hacia una persona, ¿no es mucho mejor que se lo digas a la cara? Tremendo batacazo te levarás como esa persona no te ponga un "me gusta" en el estado. Para todo lo demás, un curso de habilidades sociales.

3. Te doy la mano, me coges el....: Lo que sea. Lo importante es columpiarse. Como si fuera esa canción infantil de "un elefante se balanceaba...". El concepto es que, si dos personas han elegido estar juntas, ¿por qué puede haber una que se crea con derecho a meterse en la vida de la otra persona? Me gusta la independencia en la pareja, leñe, y esto de "no, es que me he metido en tu facebook, con tu contraseña, después de estar intentando descifrarla como media hora, porque quería saber más cosas de ti", me parece entrar en un terreno tan enfermizo que a veces me da por pensar que estoy en una realidad tan paralela que parece que está a kilómetros de distancia. ¿Será que estoy viviendo en Fringe y no me entero?

4. Te mando una postal: Con lo que me gustan a mí las cartas manuscritas (y no, no soy tan viejo). Pero el caso es que esto de poner un power point donde todo el mundo pueda ver lo enamorado que estás de tu pareja, lo mucho que las montañas de algún país exótico te recuerda la calma que te da esa persona, lo increíble que es el Sol de la India como si tu pareja te diera el mismo calor, e incluso las fotografías de alguna de las maravillas del mundo para hacerle ver a esa persona que ya has encontrado la que faltaba en el mundo... me recuerdan que según vamos avanzando en edad, volvemos a la infancia. Pero, ¿qué pasa si resulta que ni siquiera se ha avanzado desde entonces? Pues querid@s, sólo una cosa: dar el biberón.

El año, sin contar los bisiestos, tiene 365 días. 365 días. Y lo escribo otra vez. 365 días. ¿Por qué digo esto? Porque durante todo un año, durante todas y cada una de las semanas que existen, hay suficientes días como para coger a tu pareja, mirarla a los ojos, y decirle un "te quiero" tan simple en la forma, pero tan complicado en el fondo, que a mí esto de las proclamaciones vía internet, me recuerdan más a cuando jugábamos a pintar en la guardería que a la vida adulta. Y es que chicos, ¿por qué tenéis tanto miedo a saliros del margen? 

miércoles, 19 de octubre de 2011

Construcción (o cuando se crea algo diferente)

Que la vida es una jodienda, todos lo sabemos. Que, de por sí, hay momentos en los que nos gustaría mandarlo todo a la mierda, así, sin contemplaciones, es reconocido por especialistas e incluso ineptos. Y quien me diga que no, me miente. Pero una cosa es que, a veces, pueda parecer todo un lío monumental y otra muy distinta que nos compliquemos nosotros mismos la existencia. ¿De verdad hace falta crear una madeja de un solo hilo? ¿Acaso nos pagan por ponernos dificultades según vamos caminando por la calle? Entiendo que hay veces que nos gustaría ir con una recortada por la calle y volar la cabeza a más de uno. Bienvenidos, eso es lo que se llama "ser humanos". Pero, ¿acaso es necesario ir por la vida con una mirada de cabreo y con un insulto prendido en la boca a puntito de salir? A mí me parece una pérdida de tiempo.
El otro día me dio por pensar que las relaciones que mantenemos con los demás es como la construcción de una casa. Tú vas habitación por habitación pensando, decorando, midiendo milimétricamente, lo que quieres que haya en ella. Y así, queridos amigos navegantes, es como vamos creado una relación, poco a poco, con una inversión de capital enorme, pero que, al final, nos dará unos intereses considerables. Por ello, ahí va mi pequeña disección de las diferentes partes de una casa, de una relación, de una casa-relación, o simplemente de, ay que me pongo romántico, de un hogar que compartir con alguien.

1. El salón: Probablemente una de las partes en las que más tiempo se pasa. Puedes perderlo, puedes convertirlo en tu pequeño rincón para hacer lo que más te plazca. En solitario o acompañado. Y ahí está el quid de la cuestión. Una relación es como un salón en el que puedes retirarte a descansar en solitario o en compañía. Porque, ¿quién nos ha engañado para creer que una pareja es una simbiosis eterna entre dos personas? A mí, por ejemplo, me encanta que mi pareja tenga su propia vida, que pueda salir, entrar, que no le entren ideas paranoicas por quedar con sus amigos, que si quieres quedar con su familia se sienta libre de hacerlo. Porque en esta vida, ya hemos pasado tiempo solos, como para tener que obligar a alguien a que esté encadenado a ti como un perro lazarillo.

2. La cocina: Una de las partes más caras de la casa. Sólo por la cantidad de electrodomésticos, electricidad, pequeños utensilios con las que decorar un espacio, ya merece la pena hacer unas cuentas como dios manda. Sin olvidar que la comida no está precisamente barata, pero hay que alimentarse. Y es que, lo mismo que nosotros tenemos que comer a menudo para sobrevivir, una relación se nutre de los mismos parámetros. ¿Acaso no es necesario que una pareja se alimente poco a poco, sin agobios, sin gula? No hay nada peor que una pareja que se estanca, que no tiene metas, que no se mueve porque "estoy cómodo sin hacer nada".

3. El dormitorio: ¿Qué cama es la mejor? ¿Un colchón duro o uno blando? ¿Muelles o látex? ¿Cómo guardamos la ropa? ¿Y el calzado? Ese cuadro que siempre habías querido por fin lo tienes colgado, y entre las mesillas y unas lámparas que hagan bonito, ale, ya tenemos un dormitorio listo para darle un poco de vida. Y ahora pensaréis, "por fin, esto tiene que ver con el sexo, por fin algo de lo que realmente sabemos". Pues no queridos, no me refiero a esa parte de una vida parejil, esto no trata de eso. Lo que quiero decir con esto es que la intimidad es algo importante, que una pareja necesita una espacio común, de la misma forma que necesitaba un espacio privado. Que encontrar un momento para hacer cosas juntos, que ser 2 implica muchas labores, y una de ellas es tener claro que tienes a la otra persona, que está ahí, que no desaparece en el momento en el que algo va mal, y que sigue ahí también cuando tú eres feliz, porque, cosas de la vida que yo todavía no me explico (ironic), de eso se trata todo esto.

4. El baño: Nos lavamos, por regla general, una media de 2 o 3 veces al día. Partes o el cuerpo entero. Utilizamos infinidad de productos que nos proporcionan una higiene necesaria. Porque, por mucho que no nos demos cuenta, estamos expuestos a una barbaridad de contaminaciones a lo largo del día. Y de la misma forma que procuramos mantener unos hábitos en nosotros mismos, ¿por qué no mantenerlos en pareja?. La higiene emocional es tan importante en una pareja como cuando estamos solteros. Parece que nos olvidamos de que si antes podíamos hablar sobre los problemas que tenemos con amigos, familiares, desconocidos incluso, ahora también lo podemos hacer, y es más, con alguien que puede reconfortarnos. Porque la comunicación no está reñida con dejar de querer a alguien. Y porque, a veces, el silencio puede mucho peor que la mentira.

Cada persona vive en una casa diferente. Dependerá de los metros, las plantas, el dinero en su cuenta corriente, o las ganas que tenga de vivir por su cuenta sin miedo a las consecuencias. Todos hemos oído aquello de "a ver cuándo nos independizamos". Como si fuera tan fácil a veces ¿no?. Pero, ¿y qué pasa si no lo intentas? ¿Acaso tenemos tanto miedo a intentar vivir "con alguien"? ¿En serio nos han hecho tanto daño las historias que nos han contado? Puede ser efecto del tiempo, efecto de querer a alguien, o efecto de alguna droga que me han puesto en la bebida (bendito vodka), pero hace tiempo que en mi vida pesaron más mi felicidad que, como decía antes, las complicaciones creadas en mi cabeza. Porque, ¿para qué sirve la madeja de la que hablaba antes? Pues para darle vueltas como si fueras un gato buscando... buscando... buscando... pero no actuando.

jueves, 6 de octubre de 2011

Diferencias (o como machacar lo evidente)

Y yo que pensaba que ya os habíais ido. Que como uno ya no escribe, como está desaparecido del espacio virtual, como tiene mil cosas en la cabeza y ninguna buena, habíais decidido dar por finalizada la andadura por este blog. Pero, ¡oh, qué ven mis ojos!, resulta que no habéis parado de leerme y queríais más. Pues bien, aquí estoy de nuevo, para amenizar vuestras vidas con un poco de sabiduría (o eso), y para que penséis en todas esas relaciones que os han hecho la vida imposible y a las que habéis decidido recordar con una sonrisa de mala de película antes que con una lágrima de plañidera griega.
El caso es que no sabía bien por donde retomar, así que me permito la licencia de escribir lo que me plazca, así, sin preliminares de por medio, porque es que uno está cansado de tener que hacer lo que los demás quieren que hagan. ¿No os ha pasado a vosotros/as que cuando más quieres hacer una cosa, más gente hay que te mira de reojo como diciéndote "ni se te ocurra"? Eso mismo me pasó a mí hace un tiempo, y no he podido dejar de pensar en ello durante estos días. ¿Por qué será que, a veces, no hacemos cosas que nos gustaría hacer por lo que pensarán los demás? No sé a vosotros, pero a mí ese rollo de tener una espada de Damocles encima, que si caigo ahora, que si no caigo, vamos, una jodienda en condiciones de las de toda la vida, pues no me ha gustado nunca, y por eso me he apresurado a redactar alguna que otra perlita (no del mar, sí de la pocilga) que recuerdo de mis años mozos (la falta de pelo y alguna que otra arruguita de nada demuestran que los años también pasan por mí).

1. La pluma no es cool, tía: A mí es que esto de las plumas me escuece un poco. Será que mi médico tenía razón y mi piel es sensible a cualquier tejido que no sea el humano, pero esto de "tío, tienes mucha pluma, paso de ti", me parece un poco de la Edad Media (donde están las hogueras cuando se las necesita). Y es que a estas alturas, amigos, amigas, alienígenas desperdigados por este mundo, e incluso vosotros, criaturas de la noche, dejadme que os diga una cosa clara donde las haya: si tenéis pluma, si os gusta mover las manos al ritmo de una canción marica donde las haya, si resulta que movéis vuestras caderas como si fueran una campana dando la hora (las doce, que así son más), ENHORABUENA, ESTAIS EN UN MUNDO LIBRE PARA HACERLO. Y si alguien os dice que no, ya sabéis, un palo de madera arde muy fácil.

2. Uy, ¿tú hetero? Pues que miedo, ¿no?: Pase que esto de la normalización me parezca un avance (avance chicos, no una realidad); pase que crea que todo el mundo tiene derecho a tener los amigos que le plazca; pase que te puedas poner con orgullo una piña en la cabeza y pasear por la calle como si fuera el último grito en Londres, pero, ¿que tu vida sea enteramente gay? ¿de verdad? Espera a ver si lo he entendido bien. Resulta que durante años nos hemos tenido que esconder porque la sociedad creía que éramos poco más o menos que delincuentes porque dos tíos se quisieran, y ahora, con eso de la globalización, de lo moderno, del gay style, no te jode que nos volvemos a esconder en bares gays, haciendo cenas con gays, y hablando de lo maravilloso que es ser gay. Toda la vida tiene que ser gay y yo sin enterarme. Y es que a lo mejor los chicos heteros son de otro planeta y yo viviendo en los mundo de Yupi. Esto..., por cierto, ¿donde está la nave espacial para irme?

3. Yo quiero mucho a mi novio, pero chupa: Ay el barriobajerismo que me pierde. Y es que, en este mundo locuelo, en este planeta donde más de uno tendría que devolver lo que ha robado, hay una cosa que siempre me ha sorprendido: pensar que todo el mundo es como tú. Vale, vale, pensaréis: ya esta éste pesado con lo mismo de siempre. Que si me han hecho daño, que si hay que ver lo malos que son los exs, y bla bla bla. Pero no amigos, no. No me refiero a eso. Lo que no entiendo es esa frase de "seguro que tú le has puesto los cuernos a tu novio, con lo promiscuos que sois (somos) los gays". Y lo peor es que me lo dicen otros gays. El tópico elevado a la enésima potencia vamos. Un festival del humor. Por eso eso siempre me quedo con cara de haber chupado un limón y pregunto: ¿tú le has puesto los cuernos a tu novio? Ellos me responden que sí, que eso es algo normal hoy en día, y yo me les quedo mirando, esta vez como si hubiera chupado todo un árbol lleno de limones, y les contesto: "Normal, ¿en cuál de las realidades paralelas que existen?"

Está claro que no todo el mundo puede estar de acuerdo con lo que nos rodea. Es lo que tiene vivir en sociedad. Algunas cosas te gustan más, otras te gustan menos. Pero, ¿si yo tengo mis puntos débiles como todo el mundo, quién me ha dado el derecho a juzgar al que tengo al lado? Nosotros elegimos la vida que queremos llevar, eso es cierto, pero, ¿acaso todos tenemos que ser iguales? En un mundo donde que seamos todos distintos es lo bueno, ¿de verdad a alguien le interesa pensar que todos tenemos que ser iguales? Lo dicho compañeros de fatiga, creo que me he confundido de realidad paralela, ¿por donde se sale de aquí?