domingo, 20 de marzo de 2011

Curiosidad (o el bicho que trastoca nuestra vida)

Curiosos. Esa es una de las palabras que nos define. Vamos por la vida buscando cosas: relaciones, trabajo, accesorios, amigos, no sé, una cantidad ilimitada de situaciones que es lo que, al final, llena nuestro día a día. Pero, ¿puede ser que en algún momento nos cansemos de seguir buscando? El caso es que yo pensaba que no, que siempre andamos dándole vueltas a la cabeza (como una noria vaya), pero ahora resulta que lo que se lleva es quedarse parado, quedarse estancado y, si se me permite la licencia (y sino, lo siento, no me da la cabeza para seguir órdenes), tener que conformarnos con "esto es lo que hay, esto es lo que te ha tocado". ¿Acaso no nos damos cuenta de que lo que tenemos en frente, a veces, no nos hace todo lo felices que debiera? ¿Y darse cuenta de eso es malo? Y es que, en ocasiones, nos metemos mucho en eso que dicen de "más vale lo bueno conocido que lo malo por conocer". Por eso hoy, hablando con un amiga de lo divino y lo terrenal (la divina era ella, yo la tierra pisoteada), me he parado a pensar en cuántas situaciones, en nuestra (extra)ordinaria vida, dejamos pasar ciertos momentos por quedarnos estancados en lo que ya tenemos. Y ahí van algunas porque, ya se sabe, que la curiosidad mató al gato (mientras que nosotros somos los ratones):

1. Pim, pam, pum, tengo una pistola: Siempre he creído que el amor era una especie de proceso que tenía su principio, su desarrollo y, por qué no decirlo, su final, quedando relegado a un segundo plano por el cariño. Pero, ¿quién narices nos ha dicho que si ya desde el principio aquello va mal, hay que seguir intentándolo una y otra vez? Conformarse con tirar del carro una y otra vez, como si fuéramos el burro que busca morder la zanahoria, nunca ha salido bien, señoras y señores. Y quien me diga que es "yo le quiero mucho", yo le diré "tú lo que quieres, pequeña flor de loto a punto de resquebrajarse, es la idea que tienes del amor, no le quieres a él". Lástima que esto se aprenda después, cuando has conocido a alguien que, de verdad, consigue moverte y no dejarte estancado.

2. Experimentos en la primera fase: Ay, el primer amor. Esa relación que empieza con una mirada con brillo en los ojos, con llamadas incansables hasta altas horas de la noche, con mensajes de texto interminables en los que sacas el mayor poeta que hay en ti ("La lluvia no se mezcla ya con mis lágrimas"), que te hace mirar el reloj y contar el tiempo que te falta hasta verle, que te hace sonreír como si fueras idiota y que te hace olvidarte de coger las llaves al salir de casa, ese amor que... espera, ¡un momento!, ¿es ese amor al que estás enganchad@ desde que viste por primera vez "La Sirenita" en el cine? Pues tienes un problema, porque ni tú eres un pez que se convierte en persona, ni el príncipe Erik te elegirá: con un poco de suerte, elegirá a la Bruja Ursula (y te quedarás pensando, como me suele pasar a mí cada vez que veo a una pareja tan bizarra por la calle paseando de la mano, que ella se la tiene que chupar muy bien, porque sino, escapa a tu comprensión).

3. Sepultados bajo el hormigón: Hay fuerzas que se repelen. Los polos opuestos, el blanco y el negro, el optimismo y el pesimismo. Diferentes nombres para una misma cosa. Pero, ¿qué sucedería si dos personas completamente diferentes se juntaran en un mismo espacio, en un mismo tiempo, en una misma realidad (porque hay varias, tiene que haber varias, ¡por favor!)? Pues que las fuerzas chocarían, creando una especie de big bang en miniatura que, paradojas de la vida, puede acabar juntándoles mucho más. Esto es lo que se conoce como: "¿no querías azúcar? pues toma dos tazas". Y es que, no hay nada peor que no afrontar lo que sientes por alguien (por muy diferente que éste sea) y quedarte sentado en tu sofá, como si estuvieras bajo toneladas de un hormigón que, perdona que te lo diga, has creado tú solit@.

Buscar es un verbo que siempre me ha gustado. Da a entender movimiento, ganas, iniciativa, sorpresa, e incluso cambio (que es algo que todos tememos). Y es que, ¿qué hay de malo en creer que tu vida necesita algo distinto e ir a por ello? ¿Acaso nos han enseñado tantas veces que tenemos que "guardar una formas" que seguir adelante es un sinónimo de "apechuga que es lo que toca"? El tiempo está para gastarlo, para malgastarlo, o incluso para aprovecharlo, pero creo que una de las cosas que nos diferencia de los animales (ejem!) es que sabemos hacerlo en algo que nos suponga algo satisfactorio. Porque, permitidme otra vez la licencia, si no te mueves, si no buscas, si no tienes un deseo de encontrar, querid@s... eso es que estáis realmente muertos...

No hay comentarios:

Publicar un comentario