miércoles, 22 de diciembre de 2010

Chats (o cuando hay mitos que son reales)

No hay nada como estar ocioso. Te da pie, no sé, a leer un libro, a ver alguna película que tengas ahí olvidada desde hace tiempo, a fumarte un cigarro tranquilamente, y cómo no, a navegar por internet en busca de algún hombre interesante que, oh válgame el cielo, te haga caer el mito de que la caverna no se quedó en Atapuerca, sino que se extendió hasta el siglo XXI a las casas de todo aquel ser viviente que tenga un ordenador conectado a la línea. Anyway, el caso es que yo, en vista de que mi príncipe azul no aparece llamando a mi puerta ni que me lo encuentro de fiesta, ahí, al fondo del bar, mirándome desde que he entrado por la puerta y que se va acercando poco a poco, intentando cortejarme para después plantarme un beso en los morros que se me caiga todo el pantalón al suelo (aunque mi madre me diría que no hace falta beso para eso, que ya los llevo arrastrando desde que salgo por la puerta), me he inventado un nick (lo primero que se me ha ocurrido, no penséis que es algo como pollabuscaculo, o rabazo34), y me he puesto a chatear con los hombres que pueblan el mundo virtual. Claro que yo también, soy de retos imposibles, porque he ido a meterme a la sala que se llama #web_cam, ¿qué me esperaba encontrar? Pues oye, que resulta que hay gente hasta interesante, digna de estudio, y que puede hacer temblar los cimientos de esta sociedad y que, dado el interés que tengo yo en la gente diferente, me ha hecho pasar un buen rato. Y yo, como me debo a vosotros, mis pequeños niños anónimos, me he decidido a contaros mi experiencia en forma de lista de la compra:

1. La delgada línea entre la educación y la grosería: Pase que a mí me gusta el sexo, que yo lo he reconocido abiertamente, sin tapujos, que me parece algo saludable, que te libre de endorfinas, que es deporte al fin y al cabo (y a veces olímpico), y que al final te deja una sonrisa boba en los labios que oye, da gustirrinín. Pero lo que no soporto es que nada más entrar en una sala de estas, nada más aposentar mi culo terso y prieto (en el mundo virtual todo vale ¿eh?) en la pantalla, van, te abran un privado y te pregunten: ¿quieres que te mee?. Pues oye, no digo yo que no tenga su encanto, pero chico, por lo menos dime un "hola" un "que tal" un "como eres" y después ya me preguntas si en vez de en la taza del váter me gusta en mi pezón, que oye, si me pillas de buen humor a lo mejor hasta quedamos y lo pruebo, pero así así... pues no chico no, así me parece a mí que lo único que vas a conseguir es que te cierre la ventana y te bloquee, como al final ha sucedido. The next one.

2. El miedo al armario y la ropa que tapa la vista: Reconozco que el anonimato que produce internet es genial. Tú te creas una identidad, te creas una historia, y ale, la cuentas a quien quiera escucharla (y a quien quiera creérsela claro). Pero si te digo que soy de Bilbao y tú me dices que eres de Cádiz, si nos separan 700 kilómetros de distancia, si es matemáticamente imposible que nos crucemos por la calle y te reconozca, ¿por qué coño, si la conversación iba tan fluida, si me estabas hablando tranquilamente de lo divino y lo terrenal, te da tanto corte, cuando pones la cam, subirla un poco de la entrepierna y enseñarme la cara? Pues lo mejor es que si lo preguntas, te dice que es que nadie sabe que es gay y que le gusta la discrección. Pues chico, fijate lo grande que tendría que hacer la pancarta donde dice que eres gay para que la vean en Cádiz y si yo estoy en Bilbao. Otro con el que utilizo la X de la ventanita. A ver otro...

3. Las fotos enviadas y la cruda realidad: Te pasas la vida queriendo un cuerpo de escándalo y va la naturaleza y te da una cosa totalmente opuesta. Qué sentido del humor tan macabro que tiene la madre tierra. Si el mundo fuera perfecto, tú serías un chulazo y yo ya tendría novio, pero aquí estamos, conociéndonos. Te da palo la cam, ok, no me importa, puedo vivir sin ver a la gente en movimiento por un tiempo, pero si llevamos hablando un mes, tener la visión de una foto no me vale (llámame maniático, pero es que me gusta ver a la gente con sus gestos, rascándose la cabeza o simplemente pestañeando, y tener que ver a una persona estática en una foto, me deja un regusto de poca cosa). Anyway, el caso es que un buen día te decides, cuando ya la cosa parece que va más hilada, que ya nos conocemos mejor, que ya hemos compartido algún que otro secretillo íntimo. Y antes de poner la cam, me dices que tienes que decirme algo, que eres un poco distinto a la foto que me has mandado (y claro, en la foto aparecía un pedazo de hombre que yo pensé: coño, guapísimo e inteligente, ¿por qué no tienes novio? ¿dónde está el truco?). Y yo que pensaba que a lo mejor te habías quitado el piercing que tenías en la nariz, va y aparece un señor mayor, con barba (el otro estaba depilado), con toda la carne que te podían haber puesto en la carnicería y con una mirada de vicio que ríete tú de un actor porno. ¿Consecuencia lógica? Cierro la cam, cierro la ventana, te desconecto del Skype y te vas a reír de tu madre. Porque podíamos haber mantenido una conversación decente tomando un café, pero a lo mejor también me has mentido cuando me decías que te gustaba el té americano. Next Next Next

4. Cuando algo encuentras, lo atrapas: De vez en cuando, el mundo te da una oportunidad. Conocer gente interesante con la que, a pesar de que sabes que no vas a tener nunca una relación duradera, que no lo quieres como novio ni nada por el estilo, que no estáis en el mismo momento vital, te va a aportar algo, lo que sea. Hablas, vas hilando temas, sale el tema del sexo y aunque en aquel momento no podáis quedar, como os apetece a los dos, os montáis un numerito por la cam perfecto (y no te asustas porque la otra persona es la misma que la foto que te había enviado antes) con vuestros fetiches y todo, quedáis varias veces para tomar algo, y seguís con la conversación, y os convertís en amigos de una forma diferente de lo que nos enseñaron en el colegio. Así que yo que, después de mucho navegar, he decidido darme un respiro, me quedo con él. No será mi príncipe azul, pero al menos puede caminar en paralelo conmigo.

La vida en los chats es sexual. Todo aquel que haya estado alguna vez en uno sabe que la palabra "polla", "sexo", "lefa" o "morbo", están a la orden del día. Y si es lo que estás buscando, a mí me parece perfecto, creo que es sano de vez en cuando tener sexo con un desconocido, por las razones que sean (y siempre siempre siempre con precaución). Pero si no coincidimos en gustos, si me ves y no es lo que te esperabas, si crees que puedes encontrar algo mejor, lo más justo, lo lógico (ja!) es que me digas lo que piensas, no que te desconectes sin previo aviso. Porque si en tu vida quieres gente que va de frente, no es normal que tú les enseñes el culo.

jueves, 16 de diciembre de 2010

Tópicos (o cuando ser gay es un modelo establecido)

A ver, vamos a ir por partes, porque parece ser que hay alguien ahí que todavía no lo ha entendido lo suficiente. Me gustan los hombres, sí, pero que sea gay, marica, maricón, bujarra, maripili, maripolo o como queráis llamarlo, no le da a la gente derecho a prejuzgarme, a tener una idea preconcebida de mí mismo o, de haberlas, de mis relaciones con los demás. Y digo esto, porque en mi vida he tenido que escuchar tantos tópicos, que al final he acabado por crear una especie de máscara del terror cada vez que empiezan a abrir la boca con la preguntita: "Oye, y tú, siendo gay..." y la segunda parte siempre me lleva a pensar en realidades paralelas donde perderme para no tener que seguir escuchando. Así que, oh, os sorprenderéis de verdad, cuál ha sido mi sorpresa cuando yo pensaba que eran los demás, los que no les daban a eso del placer con los hombres, los que no reparaban en soltar los tópicos por la boca. Porque, queridos/as, resulta que somos los mismos integrantes del gremio los que nos esforzamos cada día más por crearnos nuestro propio mito. Y que conste que a mí me gustan los mitos, me parecen adecuados para perseguir un ideal, no sé, llámenme raro, pero a pesar de ser una persona realista, de vez en cuando la vista se me va a las "películas romántico-pastelonas-me va a dar una subida de azúcar que me tendrán que hospitalizar", y me imagino en un mundo donde mi novio me quiere, me respeta, me vuelve a querer, y por qué no, me folla que da gusto. Anyway, el caso es que, la lista de hoy no trata de las relaciones con los hombres, sino de aquellas palabras que salen de la boca y que, segundos después, te dejan con una cara de susto porque, si tú, querido compañero de andanzas, que estás hasta las narices de que te digan que si eres gay tienes que ser de una manera, ¿por qué narices estás pensando que yo soy de una manera determinada?:

1. Si eres gay, ¿te gustará Sexo En Nueva York, no?: Pues sí, me gusta Sexo en Nueva York. Y sí, creo que ha hecho un gran favor por la liberación de las ideas sexuales. Pero que quede clara una cosa, no me gusta Sexo en nueva York porque sea gay, sino porque me parece que está bien hecha. Te lo voy a poner más fácil para que lo entiendas: a mí me gusta Mad Men, me gusta Prison Break, me gustan Los Muertos Vivientes, me gusta The Good Wife, no sé, me gusta la variedad, y si por ser gay me tienen que gustar siempre las historias de mujeres, esto... cómo te lo diría... es que tú vienes de un planeta muy alejado de la Tierra.

2. Los gays tenemos una sensibilidad especial por el diseño: Tiro de archivo porque esta frase no me la dijeron a mí sino a un conocido. ¿Cuál fue la respuesta ante dicha frase, pronunciada por una empleada del INEM a la que había ido para hacer un curso de diseño gráfico? La que sigue: Bonita, yo soy gay porque me gusta comer pollas, no porque tenga una sensibilidad especial por el diseño. La boca de la del INEM fue la misma que la que él utilizaba en su intimidad, y es que al final, ¿veis?, no nos diferenciamos tanto.

3. Es que, nosotros los gays, somos muy promiscuos: Ay, perdona, que yo vivo en un mundo de sexo continuo y no me había enterado. Pues mira, las estadísticas dicen que los gays son iguales de promiscuos que los heterosexuales, que nos podemos acostar con quien queramos y que disfrutamos del sexo lo mejor que podemos. Y te daré otro dato que rebate tu teoría de promiscuidad y condones usados: yo llevo 6 meses sin echar un polvo, y aunque te parezca mentira, no ando subiéndome por las paredes.

4. Que bien conjuntáis los gays la ropa: No he estudiado moda, no es que me interesen especialmente las últimas tendencias (aunque me gusta ir bien vestido). Pero, ¿por qué narices tengo que escuchar que nosotros, los gays, somos expertos en el arte del diseño de moda y derivados? Me gusta la ropa como a cualquiera, y si combino bien los colores, no es porque sea gay, sino porque tengo un poco de gusto (y, lo siento, llevar unos calcetines blancos con zapatos negros, no es tener buen gusto, son ganas de provocar)

5. Es que, los gays nos cuidamos un montón: No voy al gimnasio, no me depilo ni pienso que tengo un pelo que se me está saliendo del recorrido que he marcado con mi maquinilla. Tengo poco pelo en la cabeza, y no tengo pensado (de momento) hacerme injertos para poder lucir mi melena. Creo que en una alimentación responsable y en que los excesos (de todo tipo) no son muy recomendables. Por lo demás, como me vuelvas a decir que como soy gay me cuido una barbaridad y tengo que tener la tableta de chocolate en el abdomen, te convertirás en mi propio sacrificio en el aquelarre de brujas.

Nunca he soportado los prejuicios, llámenme raro, pero es que andar pensando ya de antemano que la gente tiene que ser de una manera, me cansa, me deja exhausto, porque ya implica que cuando conoces a alguien, tienes que hacer el doble de esfuerzo: quitar las ideas que tenías y crear las nuevas. Y como siempre he creído que las primeras citas tienen que ir rodadas, que tienen que darte más ganas de conocer a alguien y no de evitarle a toda costa, seguiré pensando que la persona que tengo delante es un folio en blanco, total, ya se encargará de emborronarlo él solito.

sábado, 11 de diciembre de 2010

Madres (o la providencia hecha castigo)

Mi mamá me mima. Eso nos enseñaban de pequeños en paravulitos. Y nosotros, que éramos sujetos de ensayo - error, lo repetíamos hasta que las emes se nos quedaban metidas en la cabeza. Claro que, lo que no sabían los profesores, es que eso de tu mamá te mima a veces puede causar verdaderos quebraderos de cabeza. Sí, sí, como lo leéis. Parece mentira, pero hoy, que me he levantado con ganas de juerga (y relajado después de un masaje delicioso) voy a hablar de las madres, de ese especímen que por A o por B, dan consejos sobre la vida amorosa que nadie les ha pedido y que te miran de reojo cada vez que les dices, con toda la ilusión del mundo: "ay, que he conocido al hombre de mi vida". La mía, sin ir más lejos, hace un tiempo, mientras le pronunciaba esa misma frase, hizo un giro de melena al más puro estilo Bette Davies (más le gustaría a ella, ¡ja!) y me soltó: "bueno, a ver cuanto te dura éste". Y es que, por mucho que lo neguemos, por mucho que intentemos ponerle humor ante las frases ácidas de nuestras madres, sabemos que, en la mayoría de los casos, tienen razón. Pero esto no trata sobre esas madres que todo lo saben, sino de las que se equivocan, de las que se meten tanto en la vida de sus hijos que parecen una amiga más con el tanga saliéndole por los pantalones y que dicen "guay" o "no me ralles". Así, queridos/as, preparaos, porque aquí va una de alienígenas entre cuatro paredes:

1. Yo te entiendo: Cuando una madre dice que entiende los problemas de su hijo, ella lo está diciendo de verdad. Se lo cree. Y no hay que culparlas por ello. Pero, ay compatriotas, cuando una madre te dice eso, después de una discusión con vuestra pareja, echaos a temblar, porque eso significará que se creerá con el derecho de dar su opinión a toda costa porque "ella ha vivido mucho, figúrate que..." y ahí empieza la retahíla. Lo peor viene cuando les preguntas "¿cómo narices vas a entender lo que me pasa si tú sólo has tenido un novio?". Ahí, almas en proceso de tortura, es cuando la madre que entiende, pasa a ser la madre putilla, porque de repente, te dicen "tú te creerás que he nacido ayer y que no he conocido más hombres". Y cuando les preguntas "¿perdona? cuentamelo todo" ellas te dicen "ay hijo, es que a mí no me gusta hablar de esas cosas..."

2. Perrea, perrea: Pase que entiendo que las madres, antes de ser madres, son personas de carne y hueso. Pero aquellas que cuentan sus intimidades con los hijos, me parecen como si la madrastra de Blancanieves hubiera intentado ligarse al príncipe, en competición con su hijastra. Señoras, queridas, y todos los "as" que se os ocurran, hay una edad para todo. Me parece bien que si tenéis oportunidad, viváis la sexualidad a gusto, pero YO no quiero saberlo. La ignorancia a veces es tan sabia...

3. A mí todo me parece normal: Si se lo dices a tu hijo después de que te haya dicho que es gay: 10 puntos. Si se lo dices a tu hijo después de haberle pillado por sorpresa chupando a su novio todas las partes de su anatomía, no es que pierdas puntos, es que tú te sales de la lista, pero a la voz de YA

4. Yo sé lo que te conviene: El derecho materno es un tema complicado. Porque claro, cuando somos pequeños, nuestras madres nos dicen cómo nos vestimos, a qué hora llegamos a casa, cómo tenemos que atarnos los cordones, no sé, cosas del día a día. Y ellas, que son maestras en el arte del engaño, nos hacen creer que necesitamos que nos digan en todo momento lo que tenemos que hacer, incluso cuando tenemos 40 años, y muchos hombres a nuestras espaldas. Están las que te dicen, nada más conocer al novio de turno, "ese no me gustá para ti" y se quedan tan anchas, para después de que has cortado con ellos te digan "si ya te lo dije, a mi los chicos con esas patillas no me gustan nada". Están las que se callan y cuando peleáis por la mantequilla te sueltan "yo al menos no tengo un novio que es un calzonazos" o las que, en un arranque de sinceridad te sueltan, años después de que tu pareja se haya instalado en la familia una frase que no se olvida nunca "pues yo al principio no lo soportaba hijo, pero oye, se le ve buen chaval, a ver si tienes suerte esta vez". En todas y cada una de ellas, lo único que puedes hacer es morderte la lengua porque los novios pueden desaparecer, pero las madres están ahí, sancta santorum.

Las madres ocupan un espacio vital en la vida de una persona. Tanto que, a veces, los papeles se difuminan tanto que acabas pareciendo más su marido que su hijo. A todos nos gusta que nos quieran, que nos achuchen como si fuéramos pequeños, que nos digan que van a estar ahí para toda la vida, pero... quiero que quede clara una cosa, ¿qué tal si me lo dice un hombre?

jueves, 9 de diciembre de 2010

Pandemias (o la invasión de los exs mutantes)

Hace un tiempo el Ministerio de Sanidad, se llevó las manos a la cabeza cuando estuvimos a puntito de contagiarnos con la gripe aviar. Inyecciones, medicinas a go-go, no sé, una verdadera histeria para algo que, al final, no llegó a culminar como ellos esperaban. Y cuando eso pasó, yo me froté las manos de la alegría, porque si estaban haciendo tanto acopio de medicamentos, pensé (tonto de mí), que la siguiente pandemia que erradicarían sería un lastre que lleva azotando a nuestra sociedad hace muchos siglos (quizá incluso desde la Prehistoria): los exs. Y es que, ¿quién no ha deseado alguna vez que ese ex que dejó la relación no desaparezca de la faz de la Tierra? ¿Acaso ninguno ha pensado que esa persona se perdiera en el universo, en la galaxia que más le apeteciera, eso sí, en alguna en la que el oxígeno fuera un bien escaso? Por eso, cuando se pasó toda la batería de alarmas, comprobé que "los exs" seguían campando a sus anchas por éste, nuestro mundo, como si fueran personas normales. Ays qué equivocados están los políticos buscando virus o bacterias, o lo que sea, cuando en realidad tienen el problema en casa, a la vuelta de la esquina, o peor aún, ¡comprando el pan en la misma panadería de uno!
El otro día volví a pensar en esto porque un amigo me empezó a contar que uno de sus exs le había dicho (palabras textuales) que a pesar de estar con otra persona, seguía enamorado de él, y claro, uno que es poco ingenuo, puso cara de haber chupado un limón y le pregunté: ¿ese es el ex que te dejó de un día para otro sin dar explicaciones y yéndose a otra ciudad para vivir lo que él llamaba "la vida que tenía que vivir"? (porque, a veces, los exs tienen unos recursos poéticos que cágate tú de juntar a García Lorca y Neruda en un mismo poema). Él se quedó callado y asintió rápido. Y ahí quedó la conversación, pero yo, queridos/as navegantes del ciberespacio blogueril os instruiré un poco más sobre este campo, para que luego no me digan que mi blog es sólo un conjunto de insultos y palabras irónicas. Ahí va:

1. El agua se está llenando: La paciencia es una virtud. Hacer las cosas corriendo, no puede dar lugar a nada bueno. Y os lo está diciendo alguien que, de normal, quiere las cosas YA, pero aun así, tengo un poco de sentido común y sé diferenciar entre lo que es paciencia y aguante gratuito. Entiendo a la gente que me dice "es que él es así", las personas enamoradas somos idiotas por naturaleza, pero cuando una persona te está haciendo la vida imposible, y empieza a darte quebraderos de cabeza cuando ha sido esa misma persona la que te ha dicho "no quiero seguir contigo", queridos/as, esa persona no es que no sepa lo que quiere, o que se lo haya pensado mejor. Simplemente es que esa persona está intentando llenar poco a poco el vaso que, tarde o temprano, rebosará de vuestra paciencia o aguante (os dejo que elijáis), para después ponerte de loco para arriba. Porque, seamos claros, no hay nada que les guste más que quedar por encima.

2. El armario que explota: ¿Cuando nos enseñaron que tenemos que ayudar a la gente a salir del armario? Está bien hacer labores de asistente social, de psicólogo, de gay que lo tiene claro, pero de ahí a que tengas que ser una hermanita de la caridad que quiera encarrilar por el buen camino (ejem) a todos los gays del universo, no sé yo, no lo veo claro. El caso es que, una vez que has ayudado a alguien a salir del armario, tras haberte enrollado con él, y haberte esa misma persona jurado amor eterno por todo el bien que le estás haciendo, oh amigos, qué sorpresas tiene la vida, que la primera vez que posa sus pies en un bar de ambiente, encuentra todo un mundo de posibilidades que quiere probar y, desgraciados nosotros, no las quiere probar en compañía nuestra, sino solos. Por eso yo, que hace mucho tiempo me quité el complejo de profesor, huyo de las personas que me dicen "estoy dentro del armario porque quiero" porque, seamos claros también, si tienes 36 años y no sabe nadie que eres gay, no es porque quieras, sino porque has tenido un miedo a que se enterara todo el mundo monumental.

3. Los cuentos de hadas son para los hermanos Grimm: Me encantan las películas románticas. Aunque reconozco que cada vez que veo una me pregunto por qué lo que veo en la pantalla no pasa en la vida real. Pero tras este momento de enajenación mental, me doy cuenta de que se está bien sin vivir en una película romántica continua. Y es que, cuando has estado con alguien que pretende que la vida en común sea todo diálogos ocurrentes sobre el amor, destellos en los ojos cada vez que ves a esa persona, y diálogos sobresalientes dignos del mejor guionista de Mad Men, pues qué queréis que os diga, prefiero vivir con nervios la realidad a como si fuera un caldo reposado en el que ya sabes lo que te vas a encontrar. El resultado de estos exs: siempre te dejarán, porque, qué paradojas tiene la vida, nunca encontrarán el metraje adecuado para llegar al The end o al "y vivieron felices..."

4. Te lo presto si me das algo a cambio: La generosidad es otra de las virtudes más especiales que existe. Dar algo a alguien sin querer nada por ello. Y habéis leído bien: GENEROSIDAD. No estoy diciendo que cuando en una relación alguien te da algo, no intentes por todos los medios darle algo a cambio, porque siempre he creído que en una relación el rollo dar - recibir (mal pensados ¿eh?) es un puntal básico. No hay nada peor que sólo haya una persona que dé y no reciba nunca nada. Pero de ahí a que cuando te dan algo, y tú no tengas los recursos suficientes para devolver, te echen en cara cada uno de esos momentos, después de años de ruptura de la pareja, lo siento, de generosidad paso a intolerancia. Y es que no hay nada peor en un ex, que cuando te empieza a llenar de porquería cuando ha sido él el que te ha dejado tirado como una colilla y tú lo único que has podido hacer es recoger los envoltorios de los regalos que te hizo, con ganas de decirle: "¿no querías recibir algo? pues toma, ahí tienes toda la basura que me has traído"

Los exs están entre nosotros. Seguirán entre nosotros siempre. Por eso, cuando penséis en por qué esa persona os ha dejado, se ha ido con otro, o incluso cuando penséis (equivocadamente) que él lo está pasando mejor que vosotros y que es un cabrón por ello, debéis tener claro que, el día de mañana, él no sólo será un ex vuestro más, sino que, además, él tendrá exs a sus espaldas, y créedme, no hay nada peor que aguantar una mochila que no quiere aguantarse ni ella misma.

domingo, 5 de diciembre de 2010

Cuentos (o la vaca da leche merengada, que vaca tan salada)

Hay que ver, uno se ausenta días (vale, ha sido un mes y pico, pero qué queréis, uno tiene su vida más allá de la pantalla del ordenador), y resulta que se arma el Cristo con la huegla de los controladores, el papa nos visita, y miles de personas se besan en señal de protesta. Lo que a mí me gustan los besos. Sin ir más lejos, el otro día estaba besando a un chico muy guapo, alto, muy aparente que diría mi abuela, y yo ya me estaba imaginando con él en las vacaciones, en nuestra casa y en la cama (como no). Y es que uno tiene mucha imaginación, sino, cómo os creéis que uno escribe lo que escribe, que esto no viene todo por ciencia infusa. Anyway, el caso es que estaba besando a ese chico tan guapo. En aquellos momentos le tuve que decir que me iba al baño, porque ya llevaba yo bastantes vodkas encima, y cuál es mi sorpresa cuando, acabada la acción, me le encuentro morreándose con otro en el mismo sitio donde habíamos estado nosotros antes. Pero, ¿sabéis que es lo peor de todo? Que lo que realmente me jodió fue que me hubieran quitado el sitio, no al hombre. Y claro, uno que puede ser un borrachin, pero no es tonto, se fue a su casa pensando en lo que le acababa de pasar. ¿Es posible que hayamos dado ya tanto por hecho que las relaciones, hoy en día, no pueden ser duraderas, que no nos importe que nos roben el premio y nos conformemos con el de consolación (el helado de chocolate que me esperaba en casa aquella noche, estaba delicioso)?. Así que me puse a pensar en todos aquellos hombres que me prometieron mucho y luego se quedaron en nada, y aquí va una pequeña muestra, como no podía ser de otra manera, en forma de lista:

1. El Presidente del Gobierno: Y no, no es porque reciba a visitas y solucione conflictos internacionales (ja!), es porque es ese tipo de chicos que te dicen que les encantas, así con esas palabras: "Me (bajada de pestañas) encaaaaaan(ojitos)tas", y al siguiente día están liados, tienen mucho curro, tienen que sacar al perro a todas horas, tienen amigos a los que les ha pasado una tragedia, vuelven a tener mucho curro, y así hasta el infinito y más allá. Y oye, no digo yo que no puedas tener complicaciones en tu vida diaria, pero a ver alma de cántaro, vamos a ser sinceros, la persona que quiere tomar un café con alguien, hace lo posible por buscar un hueco, y a menos que seas el del título del párrafo (y aun así te pondría en duda), no me vengas con tonterías.

2. El "ay, perdona": Vaya por delante que yo soy una persona entregada. Me gusta dar lo mejor de mí cuando estoy con alguien (llamadme raro si queréis, pero yo creo que cuando estás empezando con alguien es porque realmente se quiere que esa persona se fije en tí, tonterías que piensa uno de vez en cuando). Por eso, cuando una persona te diga que "ay, perdona, pero se me olvidó llamarte" o "ay, perdona, es que estaba conectado pero no en frente del ordenador" o "ay, perdona, pero le estaba comiendo el rabo a otro", sólo os queda una opción, y no, no es decir "no pasa nada" sino "desfila por la puerta, que ya me encargo de cerrarla yo"

3. El "yo me lo guiso, yo te lo como": Me encanta la gente con iniciativa. No hay nada que menos tolere que una persona pasiva en todos los aspectos de su vida. Pero de ahí a que una persona me diga lo que tengo que hacer y que encima tenga que darle las gracias por ello, no no no. Para eso ya tenía a mis padres cuando era pequeño. Pero eso no es lo peor, lo peor es que cuando rebatís alguna de sus elecciones te dicen con una sonrisa de suficiencia "anda anda, tú que vas a saber". Pues yo sólo sé una cosa ahora mismo, que tu estupidez está reñida, y muy de cerca, con el tortazo que quiero darte.

4. El científico "espacio tiempo": Hay gente que se lo trabaja. Durante días les puedes ver pensando, analizando e incluso creando teorías. Me encantan ese tipo de personas que tienen algo que aportar a la sociedad. Lo que ya no me gusta tanto es cuando esas teorías son únicamente para ver cómo puedes mentirme en cada cosa que me dices. ¿Una mentirijilla? Bueno, eso lo tolero, quién no la ha dicho en algún momento. Pero que ya lo hagas tu modo de vida, pues como que no, y si además te pones en el papel digno y me dices "pues si no confías en mí, te dejo", me dan ganas de preguntarte "¿eso también es mentira o, por fin, estás diciendo una verdad?"

Hay veces que escucho la expresión "soltero de oro" y me quedo pensando: ¿acaso estar soltero es un premio o algo por el estilo? ¿si llegas a una cifra determinada de tiempo en el que no has estado con nadie, te dan una medalla de oro? ¿será que los demás solteros están recubiertos en oro y yo he sido el único idiota que se perdió el baño escribiendo este blog?. El caso es que hay diferentes solteros (que ya me dará para otra actualización, me temo), pero cada vez que me dicen eso de "es que tú eres un soltero de oro" me hecho a temblar porque, joder, yo no quiero premios por estar soltero, yo quiero compartir los premios acompañado. Y a la próxima persona que me diga "es que tú estás soltero porque eres especial", juro que saco la recortada y dos tiros arreglan muchas cosas (un beso, con cariño)