lunes, 7 de marzo de 2011

Mienteme (o cómo navegar entre pirañas)

Hay una frase que siempre me ha hecho gracia: una mentira repetida se convierte en verdad. ¿Acaso la mentira no sigue siendo mentira por mucho que la repitas? Al principio, cuando la escuché, pensé que qué tontería, que ya ves tú, si a mí me mienten, qué razón voy a tener para que creer después que es verdad. Pero ay queridxs, resulta que no lo decían por mí, que aquello de que si me repetían una mentira no era porque yo me la creyera sino porque son ellos, esos maravillosos hombres que nos encontramos a lo largo del camino, los que acaban creando tal numerito, que al final se creen que han vivido, que han sentido (ups), que han contado, algo que es real, que es tangible, que puede describirse como si fuera ayer mismo cuándo lo hubieran vivido (cuando lo más seguro es que lo hayan visto en una película). Por eso, después de mucho replantearme cuántas mentiras ha habido en mi vida, creo que he conseguido encontrar alguna que otra. Porque qué queréis, por mucho que uno tenga dotes de vidente, ya lo decía mi madre: no hay más ciego que el que no quiere ver. Ahí van los momentos deslumbrantes de mi historia:

1. Yo no miento nunca: En "teoría de la comunicación", estas frases se denominan paradojas. Yo simplemente las denomino: ¿qué me estás contando?. El ser humano, por naturaleza, ha creado la mentira como mecanismo de defensa contra muchas cosas. Qué se yo: complejos, querer esconder partes de tu vida, y un sin fín más de cosas. Y lo veo normal. ¿Quién no se ha sentido nunca en la obligación de mentir para que la sangre no llegara al río?. Pero lo que ya no es tan de recibo son aquellas personas que mienten con verdadera pasión, que te regalan el oído para crearte un mundo de felicidad y maravilla, para después tirarte a la basura a la mínima de cambio. Llamadme raro, pero, ¿no es mucho mejor decir la verdad aun a sabiendas del daño? Por eso, cuando una persona me dice algo semejante, de forma rotunda, yo me echo a temblar, porque si esa persona no es capaz de admitir que, de vez en cuando, se le puede escapar una pequeña mentira, entonces es que no se reconoce a sí mismo.

2. Tienes algo que te hace especial: Y, si ese algo me hace tan especial, ¿por qué después has ignorado cada palabra, cada momento, y has preferido encontrar a más personas que NO soy yo? Creo que el término "especial" debería cambiar de significado, a partir de ahora, a mí, cada vez que alguien me diga "eres especial" lo voy a traducir al lenguaje hijoputil, a saber,"raro de cojones". Pongamos ejemplos: "Tienes algo que te hace espe... digo... raro de cojones"; "Qué espe... digo... raro de cojones eres". Seguro que con un poco de práctica me saldrá solo.

3. Sé lo que quiero siempre: Pues qué suerte chico, en mi caso, puedo decir que en ciertas facetas de mi vida, tengo las cosas claras, pero en otras todavía me da vueltas la cabeza cuando tengo que buscar una solución. Qué cosas, ¿verdad?. Pero bueno, venga, te voy a dar un voto de confianza y voy a pensar que es verdad lo que me has dicho, que tú eres una de esas personas espe.. digo... ah sí, especiales, que tienen todo en su vida claro, que van por la vida con la cabeza bien alta. Ahora te hago otra pregunta, ¿sabes lo que no quieres? ¿Qué me dices, a que eso no es tan fácil de contestar?

Las personas tenemos un plan en nuestra vida, será que soy un romántico de pensamiento, pero siempre he creído que las personas tenían una meta en su vida, que cuando llegaban se buscaban otras, vamos, lo que viene siendo adaptarse a las circunstancias. Pero, ¿qué sucede cuando la persona que tienes en frente ves que no tiene más motivación que hacerte a ti la vida imposible? Si esa es su meta, ¿dónde quedas tú? Pues relegadx a la mierda más absoluta, así, como lo estáis leyendo. Porque, en este mundo, si nos permitimos el lujo de rebajar el listón, de agachar las orejas cuando tendríamos que morder, entonces... entonces es que algo no estamos haciendo bien. Así que levantaos, indignaos, y machacaos la cabeza!

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