miércoles, 16 de marzo de 2011

Puntos (o si no te lo digo, reviento)

Hay un punto en el que todos nos hemos visto metidos en algún instante de nuestra vida: enamorarnos de alguien que no nos corresponde. Cuando esto nos pasa, cuando nos damos realmente cuenta de que estamos sintiendo más de lo que deberíamos sentir, la cabeza empieza a ser un hervidero de preguntas: ¿por qué a mí? ¿por qué no le gustaré si soy una persona completita completita? ¿por qué estarás saliendo con esa lagarta cuando yo te podría hacer tremendamente feliz? En fin, esa clase de interrogantes que empiezan a llenarnos el día a día, las noches e incluso momentos del sueño (que más que sueños agradables, se convierten en pesadillas). Pero en todo esto, como pasa siempre, hay diferentes niveles, diferentes estadios a los que atender, y diferentes personajes que aparecen en nuestra vida para, bien sea consciente o insconscientemente, amargarnos la existencia durante un espacio de tiempo sin determinar. Ahí van algunos de ellos:

1. Cuando me abrazas y no puedo callar: Hay un momento en el que no puedes más, en el que tienes que soltarlo, para que no te queme más el cuerpo cada vez que esa persona te acaricia. Intentas restarle importancia, piensas que aquel momento que estás viviendo se pasará, pero cuando va pasando el tiempo y lo único que sucede es que aumentan esas cosquillas en el estómago, te lanzas y lo sueltas: "¿Sabes el chico que te dije que me gustaba? Pues eras tú". Y, ¿qué es lo que pasa después? Pues que se queda con cara de idiota, que te sigue abrazando y que te dice "es que... yo no siento lo mismo". Y ahí, aunque tú ya supieras de antemano la respuesta, es cuando se te cae el mundo a los pies, porque no es lo mismo imaginarte una cosa a que suceda.

2. Es que, mis intereses van por otro lado: Esta cita es sólo para gays. ¿Quién no ha tenido nunca un amor heterosexual? ¿Quién no se ha sentido nunca atraído por esa persona que vemos todos los días, que casi casi se ha convertido en amigo, y al que sabes que nunca puedes acceder? Bien, el caso es cuando le echas huevos al asunto y se lo dices, cuando te desnudas por completo y le sueltas (de la forma que sea) el consabido "estoy enamorado de ti". Hay un momento de silencio, hay un instante en el que los ojos de esa persona no saben hacia donde mirar y te dice lo mismo de antes: que lo siente, que de verdad que lo siente, pero no te puede corresponder porque sus intereses van por otro lado. Es entonces cuando te das cuenta de lo que es la realidad, y piensas: ¿y si me pongo tetas?

3. No puede ser, pero...: No todo en la vida iba a ser gente que te niega los sentimientos y no va más allá. No no. Hay gente que adora que la adulen, que adora que vayas detrás de él después de haberle confesado lo que sientes y que, aun habiéndote dicho que "no, no puede ser", te sigue pinchando para que le sigas el rollo y claro, tont@ de ti, le sigues el rollo porque a ti te encanta, porque aunque veas que sólo lo está haciendo por interés, tu cuerpo necesita estar cerca de esa persona. Y, querid@s, cuando ese punto se da, es que hemos rebasado la línea de la obsesión hace muchísimo tiempo.

4. Volver al principio nunca fue bueno: ¿Cuando se acaba una relación? Cuando una de las dos partes no quiere seguir con la otra. Pero, ¿qué sucede cuando una de las dos partes sigue enamorada a más no poder? Pues que querrá volver con esa persona, que intentará por todos los medios reparar lo que no ha funcionado, y empleará su tiempo (y su energía) en hacerle ver a esa persona que las cosas pueden ser como al principio, cuando a los dos os apetecía veros a cada instante, cuando hablabais día sí y día también por puro placer. ¿Cuál es el resultado de todo este plan organizado al milímetro? Que acabarás dándote cuenta de que volver al principio es imposible, que ninguno de los dos sois como erais antes y que, más os vale andar por caminos separados porque estáis a un paso de perderos el respeto mutuamente.

Enamorarse de alguien puede ser una cosa muy especial. Conoces a alguien, te vas haciendo un hueco en su vida, sigues conociéndole, y a pesar de los "peros" que aparezcan, el conjunto gana mucho más a los detalles. Pero al igual que una persona puede hacerte sentirte bien, puede, de igual forma, hacerte daño. Anclarse en una historia que, por cojones, no puede ser, es un gasto de recursos enorme, pero aun así, seguimos construyendo los castillos en el aire que, paradojas de la vida, nos juramos que no íbamos a construir. Así que, al final, como pasa cuando algo te traiciona, o cuando sientes que te acabas de dar una hostia contra un muro de hormigón, sólo te queda una opción: esperar a que se pase.

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