martes, 20 de julio de 2010

Frases (o cómo las palabras se convierten en pesadilla)

Parece que los gays hemos querido diferenciarnos. No sé, será que acostarnos con hombres nos da un status diferente, o que nos eleva a un pedestal imaginario o algo así. Anyway, durante muchos años, yo he tenido que escuchar que si la diferencia es nuestra marca de la casa, que si no nos podemos comparar con los heteros, que si por ser gay tienes que ser un moderno redomado y muchas otras tonterías. A todo aquel que, en algún momento de su vida, me ha dicho todo esto, siempre le he puesto el mismo ejemplo, para demostrar que no somos tan distintos; que, al igual que todo el mundo (sí hijo sí, todo el mundo, desde el este hasta el oeste, pasando por el norte y sur, ése todo el mundo) tenemos una frases comodines, que cada vez que alguien las escuche debe echarse a temblar o, en el mejor de los casos, abrir los ojos como platos de la sorpresa. Aquí van algunos ejemplos ilustrativos:

1. Yo soy discreto: Tú lo que eres es una persona que no se acepta a sí mismo. Así, tal cual. Porque cuando escuchas esto puedes pensar que es que no le gusta mostrar afecto en público, que esa persona es pudorosa de por sí, o que, válgame el cielo, es muy tímido. Pero no, queridos, no, lo que esa persona nos está diciendo con esa frase es que ya te puedes ir despidiendo de decirle un "te quiero" al oído si hay gente alrededor, que no podrás darle un beso, al más puro estilo Meg Ryan (todos los tenemos, así que no me vengáis con que vosotros sois los más machos del universo), mientras esperáis a que se ponga en verde el semáforo. Y si lo hacéis, si osáis intentarlo, os encontraréis con una reacción en cadena que pasa por miraros raro al principio, para después soltaros una bronca de tres pares de narices, quedándoos esperando a que el semáforo se ponga en verde o que se ponga en rojo para poder empujarle cuando pase un coche.

2. Me gustaría probar: A este tipo de personas les llamo los científicos, porque siempre, y cuando digo siempre es siempre, te disfrazan el rollo de probar (como si fuéramos una investigación científica secreta) el sexo con chicos, como si ellos no tuvieran más que claro lo que les gusta. Cuidado, poned las antenas bien alerta porque si caéis en las redes os encontraréis con, probablemente, buen sexo sí, pero después tendréis que aguantar que os digan "yo esto es la primera vez que lo hago ¿eh? no te vayas a pensar que yo soy maricón". No hijo no, si tú no eres maricón yo entonces soy la madre Teresa de Calcuta y lo que yo acabo de hacer es un milagro en toda regla. Lo dicho, huir mientras te queden fuerzas (y sangre en el cerebro).

3. Tenemos que hablar: Atención, atención, atención. Tanto si te mandan un mensaje con este texto, como si te lo dicen por teléfono, o como si te lo dicen cuando os sentáis en una mesa a tomar un café, echaos a temblar. Porque cuando alguien dice "tenemos que hablar" no es para decirte que está muy feliz de haber empezado algo contigo, ni siquiera que tiene pensado un viaje romántico a alguna ciudad exótica (ay, pequeños incautos), lo que esa persona te va a decir no te va a gustar ni un pelo, y por mucho que te intentes convencer de lo contrario, lo más seguro es que esa persona te quiera decir que ya no quiere seguir contigo, dándote explicaciones de lo más variopintas, que pasan desde la sinceridad más absoluta (ya no te quiero) a lo absurdo propio de una película de humor bizarro (es que... estoy agobiado).

4. No eres tú soy yo: De acuerdo, en esto puedo estar de acuerdo. Muchas veces, nos pasamos tanto tiempo de nuestra vida sin pensar en lo que hacemos, que cuando te viene un momento de debilidad te das cuenta de que has estado haciendo el gilipollas. De acuerdo, sí, todo eso me lo creo, y es más yo también lo he dicho. Pero, ¿si eres tú y no soy yo, por qué después me vienes diciendo que no te gusta que haga ciertas cosas, que no te gusta como soy, o que no te gusta como miro la televisión cuando estamos tumbados en el sofá? Si resulta que eres TÚ y no YO, ¿para qué narices necesitas echarme tierra a mí encima? Porque amigo, si eres TÚ y no YO, el tema está muy claro, eres tú el que tiene el problema, no yo.

5. ¿Me quieres?: Seamos claros y concisos. ¿Realmente quieres estar con alguien que te pregunta eso?. Si hacemos nosotros esa pregunta, sólo estamos dando a entender que estamos tan inseguros que no creemos que la otra persona nos quiera, luego ¿qué estoy haciendo con esa persona?. Si recibimos la pregunta, la siguiente pregunta que nos hacemos es ¿si no crees que te quiera, qué haces conmigo? Yo prefiero las frases afirmativas a las interrogativas, y si algo he aprendido en esta vida es a decir lo que siento, no a esperar que la otra persona me lo diga. Así que si esperas que te diga que "te quiero" vas apañado, porque lo diré cuando me salga, no cuando tú lo necesites.

6. Es que me me agobio con facilidad: Claro, que ahora resulta que tú tienes la exclusividad del agobio querido. Que yo no estoy agobiado después de haber empezado una relación, sin saber muy bien dónde tengo que pisar, y cuando no te conozco lo suficiente para poder decir que eres mi novio (o algo parecido). A la gente que se agobia con facilidad le daría yo un tranquimazin por vía intravenosa. Porque si llevando un mes de relación (o eso) ya se agobian, ¿qué se puede esperar cuando lleves cinco años? Por lo pronto, encontrarte un día los armarios vacíos porque se ha dado cuenta de que le interesa más el vecino del quinto (que sólo quiere sexo y nada de compromiso) a ti que quieres formar un "algo" (llamadlo X) en común.

Así que, seguidores (o no) de este blog, ya lo sabéis, si encontráis a alguien que os dice alguna de estas frases, y que después utiliza como conclusión un "pero podemos seguir siendo amigos", salid corriendo, poned tierra de por medio, y dejad bien claro que, si él no espera ya nada, vosotros nunca lo habíais esperado.

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