domingo, 18 de julio de 2010

Perfiles (o como escribir aller con faltas de ortografía)

Me llamo Sergio Sancor, y me encantan los perfiles. Lo reconozco. Me encanta navegar por la red, ver fotos de gente que no conozco, que con muy pocas preguntas puedas saber un poco de la vida de los demás y que puedas enviar un mensaje a alguien desconocido, mientras esperas para ver qué te contesta. Me encantan los perfiles sí, pero eso no quiere decir que no pueda ser crítico. Porque últimamente ha empezado a crearse una nueva especie de hombres (yo es lo que busco, si alguien tiene un estudio de campo más ampliado, que me lo haga llegar) que no es que da miedo, es que parecen salido de una película de Nacho Vidal (con diálogos por supuesto). Si no quieres caer en un círculo vicioso, aquí hay algunas enumeración:

1. Busco amistad y lo que surja: Seamos sensatos queridos, tú lo que buscas es un polvo como todos alguna vez, sólo que tienes tanto miedo de poner la palabra que empieza por "s" que lo disfrazas de amistad. Claro, ahora resulta que para ser amigos tienes que ser activo, tener una media de 19 cm en la entrepierna , ser guapo (cómo si no ibas a ser amigo mío, válgame el cielo, qué cosas más raras pienso), y delgado (lo de los amigos delgados nunca lo he entendido lo suficiente, ¿el nivel de amistad va por kilos, o por gramos, o por la reacción de las lorzas al desaparramarse por la cama? Que alguien me lo explique).

2. Busco novio o una relación seria: A ver, no digo yo que no se pueda encontrar un novio por la red, yo lo he conseguido en más de una ocasión, y hasta han sido relaciones duraderas, pero sinceramente, si alguien pretende formar sólo una relación basándose en lo que ve en un perfil, va apañado. Están los que empiezan a hablar y hasta que no ven tu foto no deciden si se enamoran o no; luego los que con sólo decirles "hola" ya te dicen que eres el hombre de su vida; y luego los que cuando ponen que buscan relación, no especifican que lo que quieren es una relación de 30 minutos (en el mejor de los casos), para disfrutar un rato entre sábanas (bien sean de algodón, de franela o de seda, aunque los últimos escasean). Si quieres buscar una relación, cúrratelo, y no eres que las palabras escritas en un teclado sirvan para conocer a una persona, porque ya se sabe lo que dicen amigo: que las palabras se las lleva el viento.

3. Me vendo en internet: Que internet es un escaparate todos lo sabemos. No es nada nuevo. Pero es que algunos se creen que estamos en las rebajas y que los saldos tienen que estar siempre presentes. Están los que, a la mínima de cambio, te enseñan el rabo (siempre en erección, gracias); los que te mandan archivos .doc con sus tarifas (mamada son 50, completo con 100, master del universo: incalculable); los que te piden paja y dan su número de móvil en el perfil (ays, pobres telefonistas que escuchen la conversación); los románticos que te dicen, es que quiero que me veas desnudo, no sé, me hace ilusión (ay pobrecito, éste todavía no ha salido de su cueva); y los que se venden a bombo y platillo, los que casi te dan hasta el número de D.N.I, pero eso sí, luego te piden discreción porque no han salido todavía del armario (amigo mío, siento decírtelo, todo el mundo sabe que eres gay, el único que parece no saberlo eres tú).

4. Soy joven pero tengo más rodada que un actor porno: Siempre he pensado que la educación sexual es algo obligatorio, ya sabéis: siempre condón, nunca a pelo, hacerse pruebas rutinarias para prevenir, no sé, lo que viene siendo tener sentido común (sí sí, lo sé, el sentido común es el menos común de los sentidos, pero qué queréis, uno no pierde la esperanza). Pero últimamente esto de los perfiles te dan ganas de coger a todos los que te encuentras y sentarles en en frente de la pizarra y darles clases de nuevo. Desde los que te piden directamente sexo a pelo (porque piensan que lo de la "marcha atrás" todavía se lleva) a los que cuando estás en su casa, cuando llevas pasando una tarde tomando un café y empiezas a pensar que si habías ido allí para follar ya te puedes ir olvidando, y luego te saltan con que a ellos les gusta a pelo, que si no no sienten lo mismo y que si no te importa (con el portazo de puerta de huida que ocasiona claro, porque chicos, yo tampoco siento lo mismo con condón, pero a saber por lo que ha pasado vuestra entrepierna). Hay todo un mundo por descubrir en este sentido, porque yo sabía que gente inconsciente había en todas partes, pero no sabía que tanta.

5. Escribo con faltas de ortografía y estoy orgulloso: No soy Cervantes, ni siquiera tengo acciones en la Real Academia de la Lengua Española, pero si hay algo que me daña a la vista son las faltas de ortografía. A nadie nos cuesta nada escribir bien, no sé, para algo nos dieron una enseñanza básica (aunque fuera muy básica). Y es que están los que el "haber" y el "a ver" no lo han conocido nunca, para ellos tanto lo que quieren ver como lo que tienen que haber hecho es lo mismo; luego están los que, como me pasó recientemente, tienen una resaca espantosa porque "aller" estuvieron de fiesta; o incluso los que quieren "conozer" a otra persona (pues como les conozcas así, de antemano te digo yo que lo único que vas a poder decir es que era moreno y con los ojos marrones, poco más). Pero lo mejor es cuando les corriges (tengo síndrome de profesor de Lengua y Literatura, otra cosa más para que mi psicólogo se forre a mi costa), cuando les explicas que eso no se escribe así, se ponen como los orangutanes en celo, diciéndote que si te crees muy listo, o los que te dicen que se han equivocado, pero que no estaban mirando al teclado a la hora de escribir (qué raro, fíjate que yo pensaba que eso es lo que se hacía para poder escribir, de verdad que pienso cosas raras ¿verdad?).

Soy Sergio Sancor y soy adicto a los perfiles. Eso ya lo he dicho. Pero hay otra cosa a la que soy más adicto todavía: la inteligencia.




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