lunes, 26 de julio de 2010

Situaciones (o como juntar las churras con las merinas)

Hay una máxima universal que todo el mundo conocemos, disfrazada de dicho popular: donde pongas la olla, no metas la polla. Y es que, a veces, queridos amigos virtuales, nos ponen un caramelo en los labios y, por mucho que sepamos que no nos conviene, que al final de pasar la lengua y sentir ese sabor dulce del principio, viene lo amargo y los retortijones de tripas (esto es como una gastroenteritis mal curada señores, se lo digo yo que de todo esto entiendo un poco), seguimos chupando como si nos fuera la vida en ello. Y es que de caras amargas cual limón chupado, todos sabemos un rato largo (o no tan largo, pero ¿a quién le importa la cantidad si de lo que se trata es de la calidad?). Y es que hay situaciones en las que el sexo está reñido con el saber llevar la situación y es que, aunque pensemos que podemos con ello, al final aquello acaba como el rosario de la aurora (uno que es muy sentido, qué se le va a hacer) y ya te puedes encomendar a cualquier santo que, y perdona que te lo diga, por mucho que intentes esconderlo, sólo hay una frase para describir tu situación: estás jodid@. Ahí van algunos ejemplos:

1. El trabajo es un placer sensual: Todos tenemos vicios algunos vicios. Fumar, el chocolate, las canciones tristes cuando nos han dejado. Ya sabéis, eso que dicen que es perjudicial, pero que aun así seguimos usando. Pues bien, mezclar el trabajo con el sexo, es otro de los errores que no debéis cometer. No es que me parezca mal, no es que crea que dos personas no se pueden gustar en el trabajo, y ni siquiera critico que suceda. Sólo digo que, si no queréis salir escaldados, si no queréis llevaros el trabajo a casa o la casa al trabajo, como queráis, procurad al menos hablarlo y dejar muy claro que límites no se pueden cruzar. La comunicación queridos, ya sabéis, eso que se hace entre dos personas, y que parece desgastaros tanto como la maratón de los cien metros lisos.

2. La familia, una obligación: Todos hemos tenido un tío, primo, o cualquier elemento en el núcleo de nuestra familia, que estaba buenísimo. Yo, sin ir más lejos, tengo un primo que ya me gustaría montarle el pan como lo hago con el aceite en las ensaladas. Pero eso no quiere decir que me vaya a liar con él (teniendo en cuenta que, el pobre, es hetero y de los de pura cepa). Si queréis enamoraros de alguien de la familia, estupendo, la decisión corre de vuestro lado, pero tendréis que saber que, al principio (y dios no lo quiera, al final también), os encontraréis con miradas de reojo y comentarios de todo tipo (pervertido es lo más fino que os pueden decir). Porque en la familia, como si fuera la casta italiana del Padrino, todo lo que sea diferente, es sinónimo de peligro.

3. Los mejores amigos del mundo mundial: Se nos plantean dos opciones. a) que la situación vaya tan rodada que al final sea una historia de amor perfecta (ya me entendéis, no perfecta en un sentido Disney sino en un sentido real, que hay que explicarlo todo) o b) que salgáis escaldados como si se hubiera intentado cocer al pulpo Pohl en agua hirviendo. Cuando una pareja de mejores amigos comienza su andadura como pareja sentimental, no hay matices intermedios. Porque o bien se convierten en amantes cómplices, o bien, cuando la relación se acabe, no podréis volver a atrás y empezar otra vez desde el principio.

4. Tú estás por encima, yo por debajo: Y no, felices de la vida, no me refiero a posturas sexuales. Ya sea en un empleo (volver al punto 1) o en una relación de jerarquías (profesores, psicólogo, médicos, y un largo etcétera) no sólo es poco ético por parte del profesional, sino que es un berenjenal de mucho cuidado. Nunca vais a estar en la misma posición, nunca será aquello de "es que somos iguales", pero no por nada, sino porque realmente no lo seréis nunca. Y es que, a no ser que se luche por ello, estas situaciones siempre acaban mal. Así que, en estos casos sólo hay una solución: que tú y tu figura de "poder" no tengáis ninguna relación profesional. Una vez cortado todo vínculo más allá de lo sentimental, id a por ello, mientras tanto, esperad a que Sanidad, Educación, o quien coño sea, pueda ofreceros otro profesional del que NO enamoraros

Dichas situaciones pueden resultar absurdas para algunos. En algunos casos todo ha salido bien, las parejas que se formaron pueden vivir para contarlo, y son felices. Pero no nos engañemos, éstos son la excepción. Soy un romántico, me encanta que triunfe el amor y bla bla bla, pero también sé cuando estoy acercando tantísimo la mano en el fuego que al final me voy a quemar. Así que si eres de los míos y te ves en alguno de estos problemas, mejor es que te fijes en el chulazo del bar al que, si la divina providencia lo desea, puedes acercarte y rozarte como una perra en celo, o apechugas con lo que te va a tocar vivir a partir de ahora con la mejor de la sonrisa. Si ya lo decía la Pantoja: dientes, dientes, que es lo que les jode.

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